-¿Qué es la abstracción y cómo puede ser bendita y maldita a la vez?

El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define “abstracción” como la acción y efecto de abstraer o abstraerse. A su vez define “abstraer” como (entre otras definiciones) separar por medio de una operación intelectual las cualidades de un objeto para considerarlas aisladamente o para considerar el mismo objeto en su pura esencia o noción.

-¿Qué significa todo eso y qué tiene que ver con las computadoras (por cierto, las llamo así­ porque más bien computan que ordenan, y porque así­ las llaman en casi todo el mundo, y así­ se las bautizó)? Muy sencillo: si para usar la computadora tuviésemos que saber cada proceso, cada detalle, cada comando … serí­a una labor de auténticos expertos. Sin embargo, con la aparición de los GUI (Interfaces Gráficos de Usuario, o sea, los iconos, la metáfora del “escritorio”, la “papelera”, los “menús desplegables”, etc) el uso de estas máquinas se hizo asequible y se popularizó. Esos iconos, o el mismo “ratón”, son un ejemplo de abstracción.

La abstracción se divide en planos. Los iconos son un plano de abstracción, los menús otro, etc. Podemos “descender” por esos planos de la abstracción hasta las mismas “tripas” de la computadora. Saltándonos muchos planos, este serí­a un posible recorrido: iconos, menús, comandos, código hexadecimal, datos binarios, electrónica. Podemos establecer tantos planos como queramos … pero aquí­ es donde está la bendición y la maldición.

Hasta ahora hemos visto la abstracción como algo bueno, como algo que ha permitido la popularización y la facilidad de uso de nuestras amadas computadoras. Ago que nos permite ahorrar tiempo, y emplear complejí­simos algoritmos de computación con solo apretar un botón. Podrí­amos por lo tanto alegrarnos de ello y decir que es toda una bendición.

-¿Y la maldición? Muy sencillo. A medida que nos abstraemos, perdemos la noción de la “realidad”. No sabemos lo que ocurre. Nos volvemos más productivos pero más ignorantes. Somos cada vez más parecidos a las máquinas. Dejamos de tener verdadero control sobre lo que ocurre. Dependemos de “los que saben” (soporte técnico, programadores, informáticos, etc).

-¿Existe el punto medio? -¿Es una dicotomí­a sin solución? Existen muchos ejemplos de equilibrio, pero lo principal es que la abstracción no sea ciega. O sea, que podamos decidir no usarla. Que sea una opción, no una obligación. Por ejemplo los sistemas operativos Linux y Apple Macintosh OS X (basado en FreeBSD) nos permiten acceder al “terminal lí­nea de comandos” o “consola”, y no sólo ejecutar comandos, sino que también modificar el propio sistema. Linux es software de código abierto, Mac OSX es propietario, pero al estar basado en FreeBSD, podemos acceder a su núcleo y comprenderlo mejor. Por otro lado Microsoft Windows no nos permite acceder. Es software propietario, cerrado, y no basado en nada libre. Es lo que es, nos guste o no, y además no nos permite ni siquiera “verlo por dentro”. Dicen que es por nuestro bien, por nuestra comodidad, y para garantizar la compatibilidad. Yo, qué quieren que les diga, prefiero la libertad, y que no elijan por mí­.

Esto mismo lo podrí­amos aplicar a otros ámbitos más allá de las computadoras. Por ejemplo, cuando dedicamos nuestra capacidad intelectual a abstraernos (o alienarnos) con fútbol, noticias del corazón, rezos religiosos repetitivos, etc; o cuando el jefe ordena algo incongruente y obedecemos sin ni siquiera preguntarnos por qué; o cuando los polí­ticos que se supone nos representan se reúnen para debatir cosas que ni sabemos lo que son, ni entendemos las implicaciones de sus decisiones … entonces nos estamos abstrayendo demasiado. Corremos peligro. Somos vulnerables. Y entonces ocurren cosas como la invasión de Irak (operación de venganza y reparto de botí­n petrolí­fero enmascarada de lucha contra el dictador de turno que ahora re-venden como defensa de la seguridad mundial), o el calentamiento de la atmósfera (del que todos somos responsables y por el que todos pagaremos las consecuencias). O más cercano al mundo de la informática el pago del canon de los CDs (legal y permitido, pese a ser una flagrante injusticia), o que la tinta de impresora cueste 7 veces más que el champagne Don Perignon (por permití­rseles crear un monopolio a través de unos chips patentados que son obviamente innecesarios en los cartuchos).

Así­ que emplea la abstracción hasta donde sea necesaria, pero retoma el control. Infórmate. No te abstraigas demasiado. (Esto es realmente lo que significa ser un Hacker, pero de eso ya hablaré en otro artí­culo).