Son dos cosas bien distintas la creación y la producción. Pero nadie discutirá que el proceso de producción afecta a la propia creación. Por ejemplo, un intérprete musical se siente más “inspirado” si toca su pieza con un Stradivarius o un Steinberg que si lo hace con una cucharilla y un vaso de cristal. Pese a que la obra sea “la misma”.

Con las herramientas digitales de producción, este efecto es mucho más acusado. -¿Quién no se ha dado cuenta de la influencia de los “filtros Photoshop” sobre las corrientes gráficas de vanguardia, o la de los últimos efectos de sonido sobre las tendencias musicales?

Así­ pues, con un equipo profesional se puede convertir a “cualquiera” en una super estrella (sea del diseño gráfico, la música, el ví­deo, o el arte digitalizable que sea). Otra cosa es que su obra “valga” (no entraré aquí­ en valoraciones subjetivas sobre el valor de la creación). Estoy seguro que no necesito citar nombres para que todos pensemos en el “duo de adolescentes de moda”, o en “el cuarteto de chicas guapas que bailan, y de paso cantan, del momento”.

Pero esto, que hasta hace poco, sólo estaba al alcance de los que tení­an la “suerte” de “ser descubiertos” (o más bien, de aquellos dispuestos de vender su alma al diablo), ahora está al alcance de casi todo el mundo.

Un ejemplo espectacular es el paquete de aplicaciones informáticas iLife de Apple Computer. Este paquete se incluye gratuitamente con cada ordenador Apple Macintosh que se vende (Mos Wallberg zzzz en el Wall Street Journal aseguró que esto era motivo suficiente como para comprarse uno de estos magní­ficos ordenadores). También se encuentra a la venta por 60 Euros zzzzz.

En el iLife podemos encontrar varias aplicaciones (existen aplicaciones “similares” (aunque no tan avanzadas ni sencillas de usar) para Linux y para Windows):

– iPhoto. Básicamente es un organizador de imágenes. Bueno, pero no enfocado a la creación.

– iMovie. Un programa de edición de ví­deo realmente sencillo de usar. Con un poco de gusto (a nivel de montaje, transiciones, etc), un buen metraje (con una cámara de ví­deo digital), y un guión, tenemos una pelí­cula. Si se quiere dar un salto a herramientas más “profesionales” (con más posibilidades, pero también más caras y difí­ciles de usar), tenemos el Final Cut Express y el Final Cut Pro.

– iDVD. Permite la creación de DVDs, con sus menús interactivos, inclusión de archivos, fotografí­as, capí­tulos, etc. Es muy sencillo de usar y produce unos resultados espectaculares. También tiene un “hermano mayor” en el DVD Pro.

– GarageBand. Esta es la aplicación más increí­ble. Tremendamente fácil de usar, nos permite crear composiciones musicales en minutos sea cual sea nuestro conocimiento de música. Basado en bucles (trozos de música organizados por temas, de libre uso), el programa es lo suficientemente avanzado como para que con un simple arrastrar y soltar “encaje” esos bucles (tono, tempo, etc), para que suenen realmente bien. Si añadimos un teclado USB, tenemos todo lo que necesitamos para crear música de nivel. Por supuesto, para los más exigentes están Logic, o Reason.

A parte de la música o el ví­deo podemos enfocar nuestros impulsos creativos a áreas tan interesantes como la pintura (merece la pena probar Painter), la mezcla musical (para DJs hay muchos programas interesantes, tantos que no me atrevo a decir “Traktor es mejor que …”), la escultura (empleando primero una aplicación de 3D para ver cómo podrí­a quedar nuestra obra, o la escritura (-¿quién no ha usado alguna vez un procesador de textos?).

Lo importante no es qué aplicación usas (pese a que ya hemos visto que puede influir en el resultado final notablemente) sino que te atrevas. Por muy poco dinero tienes a tu alcance herramientas que te permitirán dar rienda suelta a tu imaginación, liberándote de la dependencia cultural (cuyo “mercado” está controlado por grandes multinacionales). Prueba el autocultivo cultural. Te gustará. Atrévete (y como colofón, una vez hayas creado una obra, sea maestra o no, -¿qué tal compartirla libremente con los demás? Si lo hace verás qué bien te sientes, y -¿quién sabe dónde terminará? Tu creación no tendrá lí­mites).