Este es el segundo de los artí­culos en los que trataré de enumerar “los peligros ocultos de la Red”. Los llamo “ocultos” porque reciben poca atención de los medios de comunicación y las autoridades, comparados con otros “peligros” (como puedan ser los virus, el spam, las estafas, etc), pero no por ello son menos dañinos.

Así­ como el mes pasado hablé de un peligro que existe desde hace años, en esta ocasión hablaré de un peligro latente. Se trata del Canon a la conexión. Pero para empezar hay que explicar -¿qué es el Canon?. El “Canon compensatorio” no es, como mucha gente cree, una especie de tasa para compensar la “piraterí­a”. Al contrario, el Canon se paga (desde hace muchos años) al adquirir máquinas reproductoras (fotocopiadoras, ví­deos, escáners, impresoras, reproductores de MP3 con capacidad de grabación de audio, grabadoras de CD, grabadoras de DVD, etc) y soportes ví­rgenes (cintas de ví­deo, de cassette, CDs ví­rgenes, DVDs ví­rgenes, etc).

-¿Por qué se establece este Canon? Muy sencillo (aunque no tan lógico): al establecer la Ley de Propiedad Intelectual que cualquier persona puede realizar una Copia Privada de cualquier obra (mientras no sea software, no sea con ánimo de lucro, y se pague canon), sin solicitar permiso del poseedor del derecho de reproducción, cree el legislador que éste poseedor del derecho de reproducción incurrirá en “lucro cesante”, o sea, dejará de ganar dinero por ello (aunque según recientes estudios esto es cierto sólo en el 3% de los casos), y para compensarle por ello se recauda un impuesto o canon al adquirir el soporte (por lo tanto es imposible demostrar que no se va a emplear para copia privada, sino, por ejemplo, para grabar las fotos de la cámara digital, o los rayos X de un paciente, o los juicios orales, o los presupuestos generales del estado, o los planes de marketing de la empresa, o un programa de software libre o…).

-¿Quién impone este canon? La ley (LPI). Pero son las Suciedades de Gestión Colectiva (como la SGAE), las que establecen el canon y lo “negocian” (llevándolos a juicio) con los fabricantes de grabadoras y soportes. Son ellas las que lo gestionan, de un modo no transparente (pues sus cuentas no son auditadas públicamente), y el reparto, según sus estatutos (que eligen en votación sólo 6.000 de sus 80.000 socios, y en las cuales las discográficas tienen muchos más votos que los autores) se realiza de modo no ecuánime.

-¿Quién tiene que pagar este canon? Todo el mundo. Se paga al adquirir el soporte o grabadora, por lo que no existe posibilidad de reclamación ni prueba de que uno está exento al emplear el soporte o grabadora para otro menester que el que recoge la ley.

Y -¿qué tiene esto que ver con Internet? Pues, según la filtración de la reforma de la LPI que efectuó un miembro de Hispalinux, el borrador de la nueva ley propone que “la reproducción provisional” (“una transmisión en red entre terceras partes por un intermediario”) sea considerada Copia Privada. Esto convertirí­a a toda la información que circula por la red en una “Potencial Copia Privada”, y por lo tanto la dejarí­a expuesta a que se exigiese un pago compensatorio o Canon. Para colmo, en esa reforma legislativa se establece que sólo podrán hacer copias privadas las personas fí­sicas, o sea que las personas jurí­dicas (básicamente las empresas) no podrán hacerlo. -¿Por qué esta discriminación? -¿Es que las empresas no tienen que hacer Copias Privadas? Pues sí­, pero si la ley dice que sólo lo pueden hacer las personas fí­sicas, entonces sólo le cobrarán el canon a las personas como tú y como yo, librándose las empresas, instituciones, y organismos públicos. O sea, que el pobre le pague al rico.

Consideraciones de justicia social o legislativa a parte, yo soy un informático, escribiendo en una revista de informática, así­ que voy a hacer un análisis desde ese punto de vista: si lo que se pretende es incrementar las lí­neas de banda ancha, llevar internet a los hogares españoles, y que la tecnologí­a, la investigación y la educación sean el valor añadido sobre el que sostener la economí­a y la cultura del futuro… que dejen de ponerle trabas.