Suelo ser escéptico en la lucha. No me gustan ni el derrotismo (pues es la forma más rápida de perder), ni la euforia (pues desgasta energí­as, descentra, y en caso de no ganar causa mucha frustración). No obstante he de reconocer que soy bastante pesimista en cuanto al resultado de la próxima votación con respecto a la propuesta de directiva sobre la patentabilidad del software.

He llegado a este estado de ánimo después del viaje que realicé a Bruselas, para participar en la conferencia que organizó la FFII (Fundación para una Infraestructura de la Información Libre) el pasado 1 de junio.

El evento contaba con participantes “de ambos bandos”. Y digo esto porque en realidad sólo deberí­a de haber un bando: todos oponiéndonos a frenar el desarrollo y el futuro; oponiéndonos a cambiar el modelo más exitoso de desarrollo de una industria que ha conocido la historia; oponiéndonos a una decisión que podrí­a significar monopolios artificiales, dependencia tecnológica, el fin de las pymes en una industria que hasta ahora tení­a muy pocas barreras de entrada, incremento en el coste al consumidor, etc. Pero por desgracia hay conceptos que pesan mucho (como la palabra “protección”, que algunos entendemos como “extorsión”, el condicionamiento mediático, la falacia lógica del “sentido común”, etc), y eso hace que haya quien realmente cree que la patentabilidad del software podrí­a beneficiar a alguien. Estoy convencido que por no beneficiar no beneficia ni a las mayores empresas norteamericanas (poseedoras de la mayorí­a de patentes), que busquen aprovecharse de una situación de dominación y consolidar un monopolio bendecido por la ley, pues está demostrado que la falta de competencia será, a la larga, y tras costarnos a todos un precio elevadí­simo, su perdición.

Decí­a pues que el evento contaba con participantes “de ambos bandos”. Por la mañana una serie de conferenciantes (entre los que se encontraban la responsable de los servicios jurí­dicos del gobierno italiano, el responsable de la Oficina Europea de Patentes, el ex-primer ministro de Polonia, el director del Instituto Europeo de Empresa, un profesor de la universidad de las Naciones Unidas, y un profesor de la Universidad de Michigan y ex-asesor de la Casa Blanca a quien conocí­ en Washington D.C. colaborando con el gobierno de los EEUU) expusieron los datos y razonamientos que todos conocemos (y si no es así­, al final del post os recomiendo una serie de enlaces para que os informéis).

Después de sus aburridas intervenciones (con excepción de la del Prof. Kahin), comenzó un turno de preguntas “curioso”. Digo curioso porque preguntas, lo que son preguntas, hubo pocas. Lo que hubo mucho es exposición de posiciones disfrazado de pregunta. Por un lado los que se encerraban en “los altos costes de desarrollo han de ser protegidos”, y los que repetí­an el “serí­a el fin del Software Libre”. Sí­ que hubo un par de preguntas dirigidas al representante de la Oficina Europea de Patentes, especí­ficamente formuladas para que reconociese en público que han otorgado ya miles de patentes de software pese a que es (todaví­a hoy) ilegal, y para dejar en ridí­culo los argumentos de su defensa.

Yo por mi parte formulé la misma pregunta, de distinta manera, y dirigida a distintos ponentes, en las dos ocasiones en las que tuve la palabra.

La primera la dirigí­ al Prof. Brian Kahin (quien no me reconoció al principio), y decí­a, si no recuerdo mal (aun estoy esperando el audio y/o ví­deo del evento para poder citar textualmente tal y como me gusta hacer) algo así­ como: “-¿No es cierto que la patentabilidad de software permite a las empresas que decidan cerrar su código el establecer una ‘agenda oculta‘ al impedir la ingenierí­a inversa? Por ejemplo, en el caso de los sistemas de guí­a de misiles, o en el caso de el voto electrónico -¿no podrí­a esto tener consecuencias catastróficas?”

La representante de la revista Political Review que estaba sentada a mi lado me susurró que era una pregunta excelente, ya que es un tema que no se suele tratar y realmente es muy importante.

La respuesta me decepcionó mucho: “Si establecen una ‘agenda oculta lo serí­a también para mí­, con lo que no le sabrí­a decir”.

Así­ que en mi segunda intervención formulé una pregunta más directa al profesor de la Universidad de las Naciones Unidas y co-Director del MERIT: “-¿No es peligroso que la patentabilidad del software impida la verificación independiente a través de la ingenierí­a inversa?”

En esta ocasión, el Sr. Luc Soete decidió -¡NO CONTESTAR!

-¿A caso saben algo que yo no sé? -¿A caso pregunté una tonterí­a tal que no merece ni ser respondida?

-¿O es que esconden algo? -¿es tan delicado y fundamental este tema que no quieren que el público sea consciente de ello?

Preocupado por ello, pero no obcecándome en un sólo aspecto (como la mayorí­a de los allí­ presentes, que sólo hablaban de “su punto”), llegamos a la comida. Tuve el placer de comer con un abogado de patentes canario que cree que el sistema está corrupto y es dañino, varios empresarios de software libre alemanes, y en la mesa de al lado de los conferenciantes enumerados.

Durante la comida, como era de esperar, seguimos hablando del tema. Para mi sorpresa todo el mundo defendí­a la aprobación de la directiva con “peros” (enmiendas). Creí­an que limitando el alcance de la directiva, se harí­a prácticamente inviable e ineficaz, y por lo tanto el peligro pasarí­a.

Yo defendí­ una y otra vez que no se trata de tecnicismos ni de “escapes legales”. Se trata de analizar el modelo que queremos que rija en la sociedad de la información, el modelo que queremos que ampare una sociedad que por primera vez puede soñar con la producción colaborativa, descentralizada, y libre de las restricciones impuestas por monopolios amparados por leyes anacrónicas.

Todos me miraron como el radical que empiezo a creer que soy. Me dijeron cosas como “eso significarí­a replantearse todo el sistema de patentes” (pues sí­, serí­a muy conveniente, ya que lo menciona), o “eso no serí­a polí­ticamente sencillo de conseguir” (-¿quién ha dicho que deba de ser sencillo?), o incluso “se nota que no sabe usted cómo funciona la polí­tica”. Pues bien, si defender lo que uno cree que es mejor para todos con los datos en la mano, y luchar contra el abuso potencial que significa una propuesta de directiva que se está abriendo paso por el sistema con total desprecio por el mismo no es “hacer polí­tica”, entonces no sé lo que es. Es más, no quiero esa polí­tica. Quiero una que de verdad vele por el interés general y común, y no se deje avasallar por el í­mpetu de los grupos de presión. Quiero una que sea capaz de replantearse el sistema en sí­, de evolucionar, de estar abierta a nuevas propuestas si se demuestra que son mejores, y no que se estanque en un inmovilismo peligroso.

Por la tarde, y ya con “la mosca detrás de la oreja”, preferí­ “hacer los pasillos” (como llaman en el Parlamento el andar hablando informalmente con sus miembros, para intentar convencerles de algo, en vez de seguir el proceso “oficial” de llamar, pedir cita, tener una entrevista, etc) en vez de asistir a las conferencias programadas en un hotel, ya que me pareció que estas sólo servirí­an de autocomplacencia improductiva.

Por desgracia no encontré a ningún MEP (eurodiputado) español, aunque hablé con un inglés y un alemán. Casos perdidos. Repetí­an una y otra vez las consignas que les han inculcado, sin entrar en detalles ni debate ni datos: “protección, innovación, desarrollo económico”.

Por último hablé con Rosa, la asesora del eurodiputado español de los verdes David Hammerstein. Era convencer al convencido. Los verdes son muy activos en este tema y tienen a quien les asesora bien, así­ que tampoco fue demasiado fructí­fero.

En conclusión, está claro que para causar un impacto en los eurodiputados has de conocer el sistema, y tener tiempo. Eso significa dinero. Y eso es lo que tienen las grandes empresas, con sus oficinas en Bruselas, no para dar mejor servicio a los consumidores belgas, sino para dedicar tiempo y “contribuciones” y/o regalos a convencer a los eurodiputados de lo que les interesa más a ellos (o eso creen, porque a la larga estas medidas de concentración sólo generan que falta de competencia, lo que implica falta de competitividad en la empresa que disfruta del monopolio legal, lo que a su vez deriva en precios más altos y peores productos y servicios para los usuarios).

Así­ que, por quemar el último cartucho, y “morir con las botas puestas”, aquí­ va una lista de enlaces para que os informéis mejor y empecéis a contactar eurodiputados. Os garantizo que escuchan, y que, si empleáis argumentos lógicos y sencillos, el tema les importa. Si conseguimos que entiendan que nos preocupa y nos afecta a todos, es posible que haya una mí­nima esperanza. -¡Todos a moverse!

Más información:

Proinnova (mucha información y cosas para hacer, en Español)

FFII (en Español)

Documentación (en inglés) de FFII

Contacto de eurodiputados españoles