Incesante acoso y derribo.

Ya he denunciado maniobras destinadas a acallarme o desacreditarme en varias ocasiones anteriores:

Censurar la Conferencia Maldita

Amenazas de repercusiones

Forzar la dimisión

Negar mi relación con la universidad

Manipulación en los medios

Amenazar a los medios que hablen conmigo

Ataque ad hominem

Ataque a mi web

Campaña internacional de desprestigio e inspección de hacienda

Cuando creí­a que me estaban dejando en paz (quizá dándose cuenta de que no me callarán ni cosiéndome la boca), un nuevo episodio de acoso y derribo demuestra que el que quiera denunciar las sucias tácticas de aquellos que nos quieren manipular y recortar nuestras libertades tendrá que pagar un precio muy alto tarde o temprano.

En un suceso que me ha recordado el tí­pico “poner un saquito con droga en el bolsillo” que en las pelí­culas el poli corrupto hace para amargar la vida de un rival, ayer, en una rutinaria revisión de mi espacio de hosting en internet vi algo que me puso los pelos de punta.

Tengo varios hosts contratados (y alguno cedido muy generosamente, como el que me presta mi amigo AndOr -gracias colega-) por cuestiones de seguridad. Si alguno cae, siempre puedo emplear otro. Entre ellos tengo el servicio .mac de Apple Computer por motivos que no vienen al caso. Una de las funcionalidades de este servicio es un disco duro virtual (el llamado “iDisk”), al que se accede por WebDav, que a veces es más cómodo y práctico (aunque lento) que otros tipo servidor FTP.

En este iDisk tengo una capeta “pública”, y esta carpeta puede estar totalmente abierta (para que quien quiera me deje archivos en ella, o los descargue), o ser sólo de descarga. En mi filosofí­a de apertura y compartir decidí­ hace tiempo que preferí­a dejarla totalmente abierta.

Cual ha sido mi amarga sorpresa al ver, durante la rutinaria comprobación a la que hací­a referencia, que algún desgraciado malparido me habí­a colocado una imagen que de tan desagradable no quiero ni describir aquí­, y que posiblemente constituya hasta delito.

Mi instintiva reacción (error por mi parte, pero uno no puede evitar ser de reacciones rápidas, aunque a veces equivocadas) ha sido borrar la imagen. Luego he maldecido esa estúpida decisión, ya que la misma hubiese sido una prueba que aportar a una posible denuncia o investigación.

Ya me he puesto en contacto con el ISP y con Apple Computer (quienes dan el servicio iDisk) a ver si consigo que me aporten datos de la identidad del culpable de tal fechorí­a. Pero sobre todo lo que me preocupa es la escalada que está sufriendo estos ataques directos contra mi persona.

No conseguirán amilanarme. No conseguirán callarme. De hecho lo que conseguirán es incrementar mi decisión de llevar a cabo todos mis planes (muchos de los cuales no cito por ambiciosos, pero que van por buen camino). Dentro de poco, muy poco, seré yo el que me rí­a de sus desdichas y disfrute con su caí­da. Mientras tanto, concentración y perseverancia.