Hace unos dí­as Microsoft anunció una estrategia “nueva” (para ellos, claro) que sólo llega 5 años tarde: software como servicio, no como un producto vendido con licencia por un precio. “Excel gratis con anuncios online”.

Llegan tarde, como siempre, y esta vez puede que demasiado tarde, pues compiten contra Google, Apple, Yahoo, Salesforce.com (y su nuevo AppExchange), AOL, NetSuite, Plaxo, Six Apart, Intuit, Symantec, Sun, IBM, Writely.com, Numsum.com,o Goffice.

Además, para cuando implementen esta “estrategia”, la red habrá cambiado. No están acostumbrados a moverse deprisa. Nunca lo han hecho (quizá porque no lo hayan necesitado, quizá porque nunca hayan creí­do que lo hayan necesitado). Ese es el problema de una posición dominante en el mercado, las patentes de software, un departamento legal más grande que el de desarrollo, y una mentalidad proteccionista, no adaptativa.

-¿Os suena?

Esas mismas caracterí­sticas las tienen las discográficas multinacionales y entidades como la SGAE.

La diferencia estriba en que Microsoft, aunque llegue tarde, aunque tarde en darse cuenta, no está muerta (ni de miedo ni por ignorancia). Puede que esté herida de muerte (aunque dudo que desaparezca), pero sigue viva. Las discográficas multinacionales y las entidades como la SGAE no.

Negándose a adoptar nuevos modelos de negocio. Negándose a permitir el libre acceso a sus “productos”. Negándose a renegociar los términos legales de sus “contratos”. Así­ es como muere una industria que no ha sabido reaccionar a tiempo. Muere de miedo, por involucionista. Por atacar a sus clientes y maltratar a sus “proveedores”. Muere una muerte justa y merecidamente lenta y agonizante. Muere, y como cualquier animal herido, ataca irracionalmente en un último intento de salvar no se sabe qué. Pero ya es tarde.

Y es curioso, porque “el mercado” también ha sido lento en reaccionar, y las iniciativas innovadoras, pese a que están consiguiendo algunas de ellas resultados sorprendentemente buenos, no abundan. Así­ que hay hueco. Un hueco que podrí­an llenar fácilmente las discográficas multinacionales si quisiesen. Y si pudiesen. Porque su orgullo, inmovilismo, endogamia, e incapacidad no se lo permite.

Mejor para los que nos atrevemos a probar cosas nuevas.

Que nadie llore su muerte. No se lo merecen.