En este artí­culo del New York Times (titulado Bush Secretly Lifted Some Limits on Spying in US after 9/11, Officials Say) James Risen y Eric Lichtblau desvelan cómo, aprovechándose de los poderes que el Congreso le dio para “luchar contra el terrorismo mediante acciones armadas, como Comandante en Jefe”, George W. Bush firmó una orden presidencial en 2002 para que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) espí­e las llamadas telefónicas y emails de ciudadanos norteamericanos.

Ayer el mismo presidente reconoció públicamente que firmó tal orden, pero ha llamado al mencionado artí­culo que lo denunciaba “vergonzoso” y ha anunciado investigaciones (o sea, represalias) por ello ya que, según él, “ayuda al enemigo”. Viva la libertad de prensa.

Bush dice que lo hace “para protegernos”. Claro. Pues para que no se diga que estoy en el “bando de los malos” (a este paso, denunciando estas cosas, un dí­a de estos al ir a coger un avión me pasará como Maher Arar, un padre de familia de Ottawa que, sin ningún tipo de conexión con terroristas, pero que por casualidades de apellido y rasgos fí­sicos, fue secuestrado en el aeropuerto Kennedy de Nueva York y enviado a Siria, donde fue torturado) le voy a dar ideas: -¿por qué no comprobar todos los coches (se sabe que los terroristas llevan las bombas delos coches bomba en los coches)? -¿por qué no pedir que todos los ciudadanos dejemos una copia de la llave de nuestra casa en comisarí­a (de hecho esto se propuso en España)? -¿por qué no pasar un control policial en los hospitales, hoteles, supermercados (la estadí­stica demuestra que los terroristas comen)…?-¿por qué no recopilar los datos de pasajeros de aviones europeos y enviarlos a EEUU, donde de paso los venderán a empresas privadas, y todo con el rechazo por parte del abogado del Tribunal de la Unión Europea que lo considera ilegal? (perdón, esto último ya se hace).

El que la NSA espí­e llamadas telefónicas, emails (y de hecho faxes, y otras formas de comunicación) no es nada nuevo. A través de programas como Echelon (la red internacional de escuchas ilegales de la que ya he hablado en alguna otra ocasión, y que ha sido reconocida por la UE, aunque humillantemente no hayan hecho nada por desmantelarla) el gobierno de los EEUU ha estado espiando a ciudadanos de todo el mundo (incluso sus aliados) durante décadas. Actualmente mantienen bajo vigilancia (simultáneamente en cualquier momento dado) a unas 6000 personas en todo el mundo y a unas 500 en EEUU.

-¿Por qué este revuelo entonces? Muy sencillo: para espiar a ciudadanos de otros paí­ses, la NSA no necesita ningún permiso. Pero para espiar a ciudadanos de EEUU necesitan una orden judicial (de un tribunal muy especial y secreto llamado Foreign Intelligence Surveillance Court, que se reúne en el mismo Departamento de Justicia en Washington D.C.). Pero este requisito se lo ha pasado por el forro el presidente Bush desde 2002, amparándose en la mencionada resolución del Congreso. Tampoco es que sorprenda, pues desde hace años, con el Patriot Act, recopilan información personal sobre “sospechosos”. Información como lo que leen en una biblioteca, o su historial médico.

Pero todo tiene un lí­mite, y los mismos congresistas y senadores de EEUU que apoyaron dichas medidas, están bloqueando su renovación. Después de Guantanamo; de la red internacional de prisiones secretas de la CIA; de los vuelos transportando “sospechosos” secuestrados; de las torturas permitidas, ordenadas, y aprobadas por el Departamento de Defensa y toleradas por el Departamento de Justicia… esto no es nada -¿no?

Y -¿para qué? De vez en cuando portavoces del gobierno norteamericano dicen que han evitado un posible atentado con estas medidas. Pero no lo pueden demostrar, y cuando se piden más datos dicen que son “investigaciones secretas”. En realidad estoy seguro que todas estas medidas tienen que ayudar a la lucha contra el terrorismo, sin duda. Pero también hay muchas otras (como el toque de queda, los campos de concentración, las torturas, la pena de muerte, etc) que el gobierno de EEUU impone, y que supongo que de algún modo deben ayudar en la lucha contra el terrorismo, y no por ello cualquiera que esté en su sano juicio y ame la libertad las defenderá.

Como comenté en mi ensayo de mid-term, y en este otro más reciente (para Harvard), los terroristas, por lo general, buscan desestabilizar a un gobierno o sociedad. Y si para “luchar” contra ellos modificamos las leyes, o nos las saltamos, dejando en un estado precario el estado de derecho, y recortando en el camino la libertad y los derechos de los ciudadanos, entonces los terroristas ya nos han ganado.