Como he denunciado en multitud de ocasiones (la primera en 1998 en una publicación de la Harvard Law School), lo que parecen legislaciones nacionales adoptadas por gobiernos soberanos en sus dignos y solemnes parlamentos en muchas ocasiones no es más que basura impuesta.

El Tratado de Libre Comercio Centroamericano (CAFTA) es considerado un acuerdo TRIPS-plus, uno de esos acuerdos de comercio bilaterales negociados por los EEUU que incluyen provisiones (obligaciones) para la implantación y la ampliación de restricciones anticopia (DRM), lí­mites a las excepciones de patentes, la desaparición de las licencias sui generis, y términos más amplios de prohibiciones y restricciones a la copia y acceso a las obras bajo el paraguas “Propiedad Intelectual”.

Para colmo, los representantes de EEUU, una vez “obligan” al paí­s de turno a firmar uno de esos acuerdos, vuelven al congreso de su paí­s a exigir reformas legislativas para la “armonización”. Por supuesto dichas reformas no pasan por el procedimiento de debate y votación. Y por supuesto siempre van a favor de las multinacionales y en contra de los derechos y libertades de los consumidores y ciudadanos.

-¿Quieres vender arroz, naranjas, o mantas en mi paí­s? dice el Yankee, pues pon esto esto y esto en tu ley de propiedad intelectual, para que luego vaya yo a mi paí­s y lo imponga también, para luego ir a la WIPO y que lo imponga en todo el mundo.

Pero eso atenta contra el libre acceso a la cultura, restringe el libre mercado, y limita la viabilidad de las obras nacionales en el mercado manipulado por tus multinacionales, dice el digno y soberano mandatario centroamericano.

Repito, dice el Yankee. -¿Quieres vender arroz, naranjas, o mantas en mi paí­s?

Y ustedes que creí­an que la $GA€ era la única que marcaba la música en el MINIsterio de CULtura.