Los inversores de capital riesgo lo tienen claro (que me lo digan a mí­, que he presentado varios proyectos empresariales a varios fondos e inversores individuales de capital riesgo, y todos han seguido el mismo guión ciego): en 6 años quieren que les garantices una “salida” (venta de la empresa, recompra de acciones, salida a bolsa, etc) que les de un retorno que multiplique por 10 su inversión.

A mí­ lo de “garantizar” me da mucha risa (que contraten un estructurado con cobertura de principal por una institución triple A si quieren garantí­as), y como digo lo que pienso, no les ha hecho mucha gracia que les llame ciegos. Por suerte una excelente consultora me demostró que no necesitaba el dinero de los inversores, y ahora me llevo yo todo el beneficio que quisieron que les “asegurara”.

Pero este post no es para hablar de mí­, es para comentar lo de los inversores de capital riesgo, y cómo no son el modelo adecuado de financiación para muchas cosas, sobretodo para las más importantes para un paí­s: investigación, cultura y medioambiente.

La excelente revista Red Herring publica un artí­culo online que analiza esa situación referida a las tecnologí­as de energí­as limpias, y llega a la conclusión de que ese no es el camino para financiarlas. Pero, entonces -¿qué hacer? Gobiernos, business angels… Lo que no puede ser es que sean los banqueros y financieros los que decidan en lo que invierte un paí­s y en lo que no. Sobretodo con las ridí­culas reglas y mecanismos de análisis que emplean (aun me estoy partiendo de risa de lo que me dijo sobre los análisis técnicos de los analistas, cuando trabajaba en la Bolsa de Nueva York, un experto contratado por Merrill Lynch: es jugar a hacer dibujitos, y buscar excusas y predicciones que luego se creen los clientes. “Magia” de “gurús” lo llamaba él, “para que parezca que saben lo que hacen, cuando no tienen ni puta idea”… -¡menos mal que lo contrató Merrill Lynch!).