Constantemente, en debates, mesas redondas, programas de radio, etc me encuentro con una situación que me ha empezado a preocupar: off the record me comenta el miembro de la SGAE de turno que él/ella está muy en contra de SGAE y de cómo hacen las cosas, pero que no puede reconocerlo en público.

-¿Por qué tanto miedo?

Hay varios motivos. Algunos son obvios, otros no tanto, y algunos sólo son suposiciones mí­as (pero como decí­a mi abuela “piensa mal y acertarás”).

Los motivos obvios son… obvios: tienen que lidiar con ellos muy frecuentemente, y a nadie le gusta estar a malas con e vecino. Cobran un cheque (los pocos que lo hacen y por el poco importe que es, que nunca llega al que deberí­a ser -¿por qué será?), y ya se sabe que no hay que morder la mano que te da de comer (aunque sea la mano que te prohibe encontrar mucha más comida gratis, y además te mete la mano en la cartera mientras comes). Y tienen poder, mucho poder (sobretodo mediático, lo que significa polí­tico).

Los motivos menos obvios son que ocho de los miembros de la junta de la SGAE son directivos de discográficas multinacionales. O sea, que como buen “sindicato vertical” (para los más jóvenes o menos aficionados a la historia: así­ es como se llamaba en la época franquista a las organizaciones que aunque supuestamente defendí­an los derechos de los trabajadores, estaban en manos de los patronos), no se van a enfrentar a sus jefes. Tampoco es muy obvio el “tejemaneje” que hay para los que son “afectos al movimiento”: ya sabes, “tengo una fundación que otorga un premio, y si sales en la tele diciendo que Teddy es el mejor, o que la música se muere, quizá el premio al mejor cantante del año te lo lleves tú”, o “dan una subvención en el Ministerio de Cultura (que como sabes son unos tí­teres nuestros que hacen lo que les decimos), así­ que deja de criticar y la próxima producción igual te sale gratis”, o como ocurrió el 11-S: se encontraban en Nueva York miembros de la SGAE para una gala, y también estaba un grupo español que actuaba en la ciudad. Cuando los vuelos se cancelaron, el avión fletado charter por la SGAE pudo despegar, pero se negó a llevar a los miembros de dicho grupo de vuelta a España en su avión (medio vací­o), pese a que se lo pidieron y podí­an haberlo hecho fácilmente, porque eran muy crí­ticos e independientes (para los escépticos entre vosotros, espero que todos, si queréis más detalles de este vergonzoso episodio que me relató una de sus ví­ctimas en primera persona, Googlead a ver si encontráis algo, y luego lo comentáis en la sección de comentarios).

Pero lo que más nervioso me pone es el pensar en los motivos ocultos que puedan tener los miembros de la SGAE que no se rebelan por miedo.

Una posibilidad (no comprobada) que me pone los pelos de punta es la que me vino a la cabeza la primera vez que un músico, amigo, y miembro de la SGAE (sí­, sé que suena raro, pero amigos hasta en el infierno, y además es buena gente… y muy crí­tico con la SGAE, como es lógico) me dio su email: “nombre” @ portalatino.es

Portalatino es un “portal” (que anticuado suena ya) que la SGAE montó cuando lo de la web parecí­a que serví­a para algo (para ellos hace muy poco). Bajo ese dominio dieron a sus socios una cuenta de email (recordemos que muchos de ellos el único teclado que saben tocar va por octavas, con lo que era todo un regalo que usaron con ilusión). Y claro, como será obvio para todos los BOFH / SYSADMINS entre vosotros, el que administra el dominio y las cuentas de correo tiene acceso al contenido de los mensajes -¿no? Así­ que…

Ese contrato pagado en B (defraudando a Hacienda), esa gira cancelada porque el solista tiene SIDA (aunque se ha dicho a la prensa que tiene gripe), ese viaje de promoción (que en realidad es una excusa para volver a ver a la periodista amante sin que se entere la mujer del cantante), ese enlace del eMule que le pasa el DJ al VJ (y que le hacen pensar que es ilegal), ese mensaje del cirujano diciendo que aun hay un pago pendiente de los implantes de silicona que la guitarrista del grupo se ha puesto (y todo el mundo cree que es que ha ganado un poquito de peso y se le ha ido allá arriba)…

Me imagino al empleado de turno: “jefe, jefe, que el socio número 24354” (no creo ni que les llamen por su nombre) “se está tirando a la periodista de la revista Música que Mola Porque lo Dice la Tele”

“-¿Seguro Fernández? Mire que la última vez fue un mocazo que se pegó el de Xtopa, que no se habí­a tirao a la del catering el muy fantasma”

“Que no, que no jefe, que ella le enví­a unos mensajes que, cómo se lo dirí­a, de leerlos se le levanta hasta a un muerto”

“Hostias, que bien, porque el tí­o decí­a que se iba a salir de la SGAE, montar discográfica propia, y lo que es peor, -¡habí­a dicho en una entrevista que la SGAE es mala!”

“jejeje, pues la ha cagao. -¿Quiere copias de los mensajes, jefe?”

“Sí­, claro. Por cierto, Fernández, -¿hay alguna foto así­ un poco guarrilla?”

Sé que parece “Torrente 4”, pero es que esta gente tan casposa cada vez me recuerdan más al brazo tonto de la ley: el que la escribe.

[Nota para los miembros de una Suciedad de Gestión que se hayan sentido aludidos: el último escenario me lo he inventado, pero si te sientes aludido es que te la están metiendo por detrás -¿no es hora de que con un par te enfrentes a la realidad y luches contra tus carceleros?]