Cuando los tecnócratas y grupos de presión invaden la política
Desde que existe la “democracia” (mucho antes de Atenas) han existido los grupos de presión y los tecnócratas.
En la época de los monopolios norteamericanos (como ferrocarriles y otras industrias pesadas) su peso en el gobierno era muy grande. Y el propio Eisenhower avisó contra la influencia del complejo indutrial-militar.
Pero el espectáculo al que estamos asistiendo, sobretodo en España, empieza a ser dantesco y altamente preocupante.
Los lectores habituales de este humilde (;-) y lo digo con cachondeo) blog ya habrán visto pruebas suficientes de que las Suciedades de Gestión colectiva se pasean por el Ministerio de Cultura, cenan a menudo con ministros y otros altos cargos, redactan las leyes, dan cursos a policías, jueces y abogados, y si algún Ministerio de Industria u otros pendejos electrónicos hacen sonar la voz de alarma, van con un autobús lleno de famosos a llorarle al Presidente, se inventan una consultora que se inventa estadísticas para dar legitimidad a sus falacias, o se ponen una camiseta con eslogan en una entrega de premios televisada, y el político de turno se caga en los pantalones. Todo vale con tal de medrar en la política y sacar rédito económico y regalías a cambio de tanta presión.
Pero esta injerencia en los asuntos de gobierno, esta intromisión en la vida política va a más, alcanzando cuotas realmente preocupantes. Como muestra esta noticia, ahora los tecnócratas asisten a las reuniones políticas como si de un representante de la voluntad popular más se tratase.
Este patrón de comportamiento carroñero lo estamos viendo contínuamente: se forman “comisiones” que se supone debaten en pro del bien común, y para legitimar decisiones a todas luces partidistas y que perpetúan restricciones de libre mercado y lesionan los intereses de los ciudadanos, lo que hacen es basarse en declaraciones de unos supuestos “representantes” de “grupos” que conforman el espectro completo de posturas a atender… con la única salvedad de que eso no es así.
-¿Hasta cuándo vamos a dejar que nuestros políticos, que con la “democracia representativa” ya eran rehenes de los votos, sean rehenes de los grupos de presión? -¿por qué seguimos dejando que pequeños grupos de interés decidan por el grueso de la población en contra del bien común? -¿cómo es posible que permanezcamos inertes ante semejante abuso? -¿pan y circo (o en la versión moderna hipoteca, mundial y salsa rosa) es todo lo que demanda el ciudadano?
Necesitamos reactivar el espíritu de lucha. Necesitamos darnos cuenta de que los derechos hay que defenderlos constantemente porque hay enormes intereses (tristemente monetarios) que se alían en contra nuestra.
Eso sí: cuidado con los falsos profetas y los populistas demagogos que, haciéndose eco del malestar general, se erigen como representantes de dicho malestar y pretenden liderar una lucha en la que sólo ven su interés personal. Esto ha de ser una cosa de todos. Demostremos el poder de la red: que se extiendan acciones a diestra y siniestra, aparentemente inconexas entre sí, y no necesitadas de una “figura visible” o “representantes”. Somos indivíduos. Miembros de un grupo. Defendemos nuestros derechos y el bien común. Y no necesitamos banderas ni líderes. Se acabó el ser alimentado papilla con cuchara y no poder preguntar ni qué lleva la papilla ni quién sujeta la cuchara.
Coge la cuchara. Dóblala. No hay cuchara, Neo.