Perdón por el off-topic (si es que en este mi blog hay un topic), pero necesito desahogarme.

Tras 8:30 h. de vuelo, y 2:15 h. de espera para coger el vuelo de conexión, la verdad es que uno tiene ganas de subirse en el avión que definitivamente te lleva a casa.

Pero esto es una ruleta, una aventura. Cuando no es un retraso es una cancelación, o una comprobación de seguridad, o un retraso de maletas…

Hoy toca retraso. Llevo 5 horas en el aeropuerto de Milán. Benditos los portátiles, wi-fi, móviles… De hecho ahora mismo estoy produciendo más que en el despacho, pues no tengo casi interrupciones (es muy curioso lo vací­o que iba el vuelo de Nueva Jersey a Milán hoy, y más curioso todaví­a lo vací­o que está el aeropuerto; como muestra un botón: -¡estoy completamente solo en la sala VIP!). Ahora sólo falta que el avión de verdad salga, aunque sea con el mencionado retraso, y no se cancele el vuelo. Y que al llegar esté mi maleta. Y no esté rota ni le falte nada (como la última vez)…

Y luego se preguntan por qué “exijo” que si doy una clase o conferencia pueda ir y volver en el dí­a.

Bueno, vuelta al trabajo.