El verano es una estación ideal para relajarse. Pese a que escribo este artí­culo en julio, intento pensar en mis queridos lectores, muchos de los cuales estarán (espero) disfrutando de sus estivales vacaciones. Y me pregunto -¿serán de los que al tener tiempo para relajarse, se dan a la gimnasia mental? -¿o por el contrario preferirán “desconectar” (incluyendo en la expresión a sus neuronas)?

Este artí­culo lo escribo para los primeros. Los segundos… -¿qué hacen leyendo esta revista? -¡A la playa, a jugar con vuestros hijos, que también es maravilloso y edificante! (Ahora, al que pille plantándose delante del receptor de TV, lo castigo a leer notas de prensa de las sociedades de gestión y patronales de la industria hasta que se las crean: o sea, que se quedan sin castigo).

-¿Qué es la Netocracia? -¿y la Meritocracia? -¿y por qué es necesario dedicarle tiempo y esfuerzo extra a la comprensión de estos conceptos? Os intentaré explicar lo que aprendí­ gracias a los excelentes e interesantí­simos artí­culos del profesor David de Ugarte.

Básicamente, la Netocracia es esa forma de organización “social” idí­lica que los que defienden la democracia representativa por sufragio como “la menos mala” de las alternativas, creen que no existe.

La Netocracia se basa en la Plurarquí­a y en la Lógica de la Abundancia.

La Plurarquí­a (término acuñado por el tecnólogo sueco Alexander Bard) define el sistema de decisión en una red social distribuí­da, en la que todos deciden por sí­ mismos, pero no por los demás, y donde la decisión no es binaria o polarizada (“sí­ o no”), sino que admite matices.

La Plurarquí­a es posible en las redes sociales distribuí­das, porque en ellas impera la Lógica de la Abundancia.

La Lógica de la Abundancia (concepto introducido por Juan de Urrutia en su libro “Economí­a en porciones”) aparece cuando la estructura de producción y costes vuelve innecesario dirimir colectivamente -via mercado o decisión autoritaria o democrática- qué se produce y qué no. Es la eterna promesa de la Red de Redes: la desaparición de la escasez, y todo lo que ello conlleva.

En principio los autores anteriormente reseñados sólo se atreven a aplicarlo a la “Economí­a de la información”, “el conocimiento”, etc. Esto es ya de por sí­ muy interesante, pues conlleva la imperiosa necesidad de garantizar la libertad del conocimiento, la información y la cultura en contra de las restricciones pro-mercantilistas basadas en la artificiosa escasez de los modelos de mercado actuales. Pero no acaban ahí­ sus posibilidades de aplicación.

La Lógica de la Abundancia nos permite la Plurarquí­a, la cual es la base de una Netocracia que conlleve, en definitiva, la Meritocracia (la primera modelo funcional, la segunda modelo filosófico).

-¿Y qué es la Meritocracia?

Es el sistema de organización social (y finalmente económico) mediante el cual la retribución, la distribución de recursos, los “incentivos”, y todo lo “asignable” pasa a serlo acorde con los méritos.

Los méritos no dejan de ser una serie de conceptos altamente subjetivos, pero por lo menos son definibles, y de un modo tal que pueden ser consensuados y cuantificados y por lo tanto valorados de un modo imparcial y justo. Como propuso Marx: “De cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad”. Solo que cuando él lo propuso esto no era posible, porque los bienes eran escasos.

Por fin podemos acabar con el mal reparto de la riqueza (tome esta la forma que tome mientras sea un bien asignable) y con las desigualdades. Es el renacimiento de utopí­as centenarias que soñaban con la masificación de los medios de producción, el reparto del capital, y sobre todo la justa y equitativa distribución de la riqueza generada. Lo curioso es que tení­an razón en todo, pero les faltaba el catalizador que hiciese posible comprender a la sociedad que tal alternativa era no sólo deseable, sino también viable, y este ha sido el acceso y la distribución de la mayor de las riquezas a las que puede aspirar el hombre: la información, la cultura, el conocimiento… el saber.

La Netocracia pone todo esto en práctica, y mucho más: generada espontáneamente por la naturaleza distribuí­da de la red, de su individualismo colectivo, y subversivamente fuera del alcance de controles opresores, es un nuevo modo de operar, son unas nuevas reglas que definen las interacciones y los equilibrios que ocurren en la red. Porque como los vasos comunicantes, no se provocan concentraciones, ni malos repartos causados por entidades mediadoras partidistas.

Es la verdadera libertad, y no puede estar más alejada de lo que conocemos como “Democracia”.