Independientemente de que apoyar del modo que sea a terroristas (Hizbulá, ETA, o la madre que los parió, el asesinato indiscriminado de inocentes NUNCA es defendible desde ningún punto de vista ni por ninguna causa) sea una abominación que debe ser perseguida por los tribunales (no la ley del Talión), lo de Israel hace mucho tiempo que pasó de terrorismo de estado a genocidio.

No sólo a base de cuerpos ensangrentados se incrementa la lista de crí­menes y ví­ctimas de este tipo de “conflictos” (a ver si llamamos al pan pan y al vino vino: guerra, invasión, ocupación, asesinato, etc). Hay muchos otros daños de los que hablar. Los menores y relativamente fáciles de reparar son los económicos, que por cierto tiene guasa que ahora seamos los demás paí­ses los que paguemos la “reconstrucción”: en mi pueblo, el que lo rompe lo pagua. Pero los hay mucho más profundos y duraderos, como los emocionales, o los ecológicos:

-¿Cuándo entenderemos que somos una especie, que comparte este planeta con otras especies, y que nuestra obsesión y fijación con el poder y el consumo no es más que un estúpido espejismo que nos está impidiendo cuidar y respetar lo que verdaderamente importa: la Tierra, la Naturaleza… nuestra propia supervivencia?