Como muchos sabéis, llevo colaborando con la revista Personal Computer & Internet (PC&I) desde hace más de un año. Ha sido una maravillosa relación: me han dado libertad total y absoluta, me han apoyado, los pagos han sido religiosamente puntuales (y siempre me comentaban que era el colaborador mejor pagado por palabra de la revista), y la idea de mi columna junto con la viñeta ECOL del genial Javier Malonda me ha resultado una de las experiencias creativas más gratas de mi vida.

Pero hace un mes recibí­ un email del editor de PC&I , en el que me decí­a, muy escuetamente, que se iban a realizar unos cambios en la revista, y que no seguirí­an necesitando de mi colaboración (aunque me comentaba que contaban conmigo para un proyecto futuro).

He esperado un mes, a que saliese el siguiente número de la revista, para comprobar en qué consistí­an dichos cambios (-¿nuevo columnista, reducción de páginas, cambio de temática…?), y sobretodo qué se decí­a sobre los mismos en la propia revista.

Para mi sorpresa, no se dice NADA de dichos cambios, que aunque sutiles, son significativos:

a) No contestan a las cartas en la propia revista, como hací­an antes.

b) Desaparece la columna de opinión.

O sea, que la revista pasa a ser una revista técnica, no posicionada, y sobretodo evita cualquier tipo de polémica, personalismo… McPC&I, vamos.

Que nadie me malinterprete, sigue siendo una revista excepcionalmente interesante y muy muy profesionalmente realizada. Pero me preocupa lo que hay detrás de dichos cambios.

Hace no mucho, la editorial multinacional alemana Axel&Springer (una de las más grandes del mundo) compró la revista. Lo primero que hizo fue enviar un contrato a todos los colaboradores. El contrato era “estándar”, y todos lo firmaron… menos yo. El motivo es que incluí­a una cláusula por la que exigí­an el copyright exclusivo sobre la colaboración. No hay nada particularmente malo en ello por su parte,

pues el lo “estándar” y todo el mundo lo acepta… pero los que nos cuestionamos el sistema, el status quo, y la “normalildad” no lo vemos igual.

El editor español de la revista apoyó mi decisión, y me dijo que no pasarí­a nada. Y así­ fue durante un par de meses.

Tampoco pasó nada porque en un artí­culo atacase las tácticas de Telefónica (uno de sus principales anunciantes) y más frecuentemente las de Micro$oft (otro gran anunciante).

Quizá en realidad sí­ que pasó algo. Quizá simplemente quieran estandarizar sus publicaciones, y hacerlas más fácilmente digeribles por el mayor número de lectores posible. Lo que está claro es que la apuesta por la asepsia y el anonimato es incompatible con la identidad,

o con la búsqueda de algo más que no sea el vacuo entretenimiento y la peligrosa búsqueda del beneficio económico como único objetivo.

Lo dicho, adiós PC&I (aunque no haya habido despedida). Ha sido MUY GRATO colaborar con vosotros y estoy muy orgulloso de haberlo hecho. Ahora habéis elegido (u os imponen) un camino, que no es el mí­o. Suerte.

[Por cierto, autor busca publicación en la que expresar sus incendiarias opiniones ;-P]