Cuando comparto momentos (muy escasos) de ordenador+hijo (siempre programas educativos orientados a estimular su preciosa mentecita), lo más interesante es ver sus reacciones. Ayer me sorprendió con una estupenda: “papi, dile al ordenador…”. Pretendí­a que modificase un juego. Intuí­a la existencia del editor de niveles.

Es maravilloso que mi hijo, tan pequeño que no sabe leer todaví­a, sea capaz de entender que los ordenadores son máquinas PROGRAMABLE, algo que a muchos adultos (y preocupantemente legisladores) les cuesta entender, o incluso no entienden directamente.