Escribo desde el Blue Lounge del hotel Camino Real (Polanco), México DF. Mientras escucho jazz en directo.

En la Catedral de México DF (no suelo visitar lugares de adoctrinamiento, pero formaba parte del recorrido que mi guí­a consideró más interesante, menos mal que también me llevó a ver los murales de Diego Rivera, el Museo Arqueológico, las pirámides del Sol y la Luna -que no lo son-, y otros muchos) me ha llamado la atención un pequeño altar (dedicado a San Ramón Nonato), enfrente del cual se observa un montón de cintas con papeles y candados. En esos papeles la gente escribe cosas que quiere que sean censuradas. Y todo ello bendecido por la iglesia (católica en este caso).

Está claro, dios los crí­a y ellos se juntan (iglesia y censura, en este caso).