Más de cien años de modelo de negocio protegido por el subdesarrollo tecnológico y las leyes monopolí­sticas del -© han hecho que la industria discográfica en vez de aprender a adaptarse (caracterí­stica intrí­nseca y fundamental de los seres inteligentes) hayan decidido emplear tácticas policiales y judiciales, incriminatorias y persecutorias, en vez de rendirse a la evidencia (Apple ha vendido 100 millones de reproductores iPod, el que sirve hasta para salvar vidas, en cinco años y la venta de música online se triplicó en 2005 generando 1.100 millones de dólares de beneficio) y adaptarse.

Pero hay una pregunta de fondo que deberí­an/deberí­amos hacernos: -¿dónde está el VALOR de la MúSICA? (no “el precio del CD”).

El experimento organizado por el Washington Post en el que el virtuoso violinista Joshua Bell interpreta preciosas obras en el metro, es muy revelador en este sentido.

El Sr. Bell actua en los mejores auditorios del mundo, en los que cobra mí­nimo 100 dólares por entrada. Sin embargo, interpretando en la parada del metro, durante aproximadamente la duración de un concierto, recaudó 32 dólares.

Mismo intérprete, mismo autor, mismas obras, mismo violí­n Stradivarius… -¿dónde está el valor? (Recordemos: el valor lo mide esta sociedad -no sólo la SGAE- por los ingresos monetarios).

La acústica, la forma de vestir y el olor del público, la temperatura, los canapés en el interludio, el terciopelo de la butaca, la excusa para salir a cenar (+concierto+copa+… lo que suele venir después)… son MILES los factores que afectan la percepción de VALOR que el “consumidor” asigna al evento musical.

-¿Quién se cree la industria discográfica y su sindicato vertical/suciedad de gestión para decirnos a todos (a través de presiones, mentiras y manipulaciones a polí­ticos, legisladores, jueces y policí­as)

los que debe o no debe ser, lo que se puede o no se puede hacer, o lo que se tiene o no se tiene que pagar?

  • Regla número 1 de los negocios: si no sabes dónde está el valor, búscalo.
  • Regla 2: si no lo encuentras, créalo.
  • Regla 3: asegúrate de que tus clientes lo perciben, y pónselo fácil.
  • Regla 4: la competencia es sana. De verdad.
  • Regla 5: no necesitas “protección”, necesitas cuidar a tus clientes y hacer bien tu trabajo.
  • Regla de oro: no criminalices a tus clientes, o un dí­a se mosquearán y te meterán su colección de CDs de datos (tasados con canon) por el puto culo.

No están todas las que son, pero sí­ son todas las que están. Puede que no sean las reglas que enseñan en el Instituto de Empresa, pero créanme que funcionan.