Hoy, durante la cena en Graziano (Miami), en la mesa de al lado estaba Samuel L. Jackson.

Reacción instantánea: vaya, un “famoso”. Una décima de segundo después “-¿y qué?”. Medio segundo después “es interesante observar la reacción de los demás”. Un segundo después “vaya, miran pero le dejan cenar tranquilo”. Tres segundos después “vaya, pobre hombre, entre fotos y autógrafos se le va a enfriar el bife gaucho”. Diez segundos después “vuelvo la atención a mis compañeros de mesa, pero es curioso como esa persona ha equiparado acaparado segundos de mi atención por el mero hecho de ser él. Algo falla”.

Excelente cena, pero prefiero Puchetta y ver los Bentleys, Rolls, Ferraris, Porsche, Aston Martins… y sus hermosos especí­menes femeninos salir del lado del acompañante (curiosamente nunca conduciendo) para que les aparquen el vehí­culo.