En el debate de los transgénicos (que ocurre ocasionalmente, y en los foros más dispares, como El Contestador de Siglo XXI – Radio3), hay un punto realmente importante a tener en cuenta.

Vaya por delante que soy PRO ciencia, PRO tecnologí­a, PRO avance, y me comerí­a un alimento transgénico (seguro que ya me he comido muchos sin saberlo) sin dudas ni remordimientos a no ser por el aspecto fundamental del debate.

Para mí­ el debate no debe ser técnico ni paranóico. La experimentación cientí­fica nos permite jugar a “ser Dios”. -¿Y qué? Me parece perfecto crear quimeras, y experimentar con genes. No creo que sea un problema jugar a ser Dios. Si lo hacemos bien, puede que consigamos ser Dios (figurativamente, pues no hay evidencia de que exista literalmente, aunque sí­ literariamente). Estupendo. Si lo hacemos mal la cagamos, y podemos desatar el caos, la pandemia, y mil terribles cosas más. -¿Y qué? Eso es la evolución. El precio que hay que pagar por haber mordido la fruta del arbol de la ciencia. La consecuencia de que papá Dios nos diese la patada y con ello nos regalara el libre alberdrí­o. Cómo nos gusta defender “la liertad” olvidándonos de que con ella va implí­cito “la responsabilidad”, “el riesgo”, etc.

PERO

En el debate de los transgénicos hay un aspecto fundamental del que se habla poco: la esterilización.

Las compañí­as productoras de semillas trangénicas han introducido una caracterí­stica en sus “productos” que es totalmente vil, traidora, peligrosa, y obscena: la esterilización. Las semillas transgénicas no se reproducen. No porque no se pueda. Si no porque eso obliga al “consumidor” (generalmente un agricultor al borde de la ruina) a comprarles semillas año tras año.

Si esto no te parece suficientemente zafio, ten en cuenta que por medio de la polinización los “productos” transgénicos pueden terminar convirtiendo en estéril vegetales que no lo son.

-¿Y lo siguiente? -¿Por qué no esterilizar a los bebés in-vitro? -¿Y por qué no a los demás? Serí­a “por su propio bien”, para evitar malformaciones congénitas, etc. Y de paso todos a pagar para poder reproducirse (como si no costase ya bastante 😉 )

Como dice Monsanto en su informe anual de (creo) 2002 su objetivo es “patentar la vida”. Pues el nuestro es acabar con esa ambición desmedida y su maldito desprecio por la vida, la justicia y la ética.