Ya me habí­a pasado antes. Pero fue con mi novia del instituto y la universidad: ver cómo una persona se transforma al interpretar música. Se enciende, irradia una energí­a invisible y se transforma. Supuse que era el amor, que todo lo afecta.

Hoy, mientras comprobaba el correo en el lounge (piso 25) del hotel Conrad, una mujer se ha puesto a interpretar la flauta (Western concert) junto a un piano. Y se ha transformado. Se ha convertido en un angel.

Igual que observar el Miami skyline al atardecer, con su degradado de color metamorfoseándose por segundos, altera el sabor de una piña colada (sin alcohol), creo que la música altera la percepción de todo (a nivel emocional es obvio), incluso de quien la interpreta. Supongo que por eso los músicos ligan más (jajajaja, eso creí­a Nacho). Aunque ha acabado la música y el angel ha seguido en el cielo.

Es hora de dormir.