En un ejemplo más de tomadura de pelo polí­tica, la Generalitat de Catalunya ha decretado que reducirá el lí­mite de velocidad en las carreteras que rodean Barcelona para reducir la contaminación.

La tomadura de pelo no es simplemente la falta de objetividad y el desprecio por la ciencia y los datos (que demuestran que conducir más despacio no necesariamente contamina menos, como demuestra este estudio), sino el tasar a los ciudadanos, trasladar a los usuarios las responsabilidades del Gobierno y de las empresas fabricantes de los productos contaminantes, y además con excusas demagógicas.

Es mucho más fácil que muchos sufran un poquito más (ciudadanos, como siempre), que enfrentarse a los recursos, la presión, y las amenazas de unos pocos muy poderosos (lobbies de fabricantes de automóvil en este caso).

“Dios aprieta pero no ahoga”

Enorme error, falacia y afrenta.

Creen que una vueltecita de tuerca más no importará. Como las Suciedades de Gestión: un impuesto más. Total, comparado con lo que valen unas zapatillas de baloncesto… Pero todo tiene un lí­mite. A veces la cosa más insignificante hace saltar por los aires al repetidamente oprimido, y el opresor se sorprende, llamándole extremista y radical, apelando a su sentido común, y rasgándose las vestiduras por la desmesura de su reacción.

Esa postura de la Iglesia Católica Apostólica y Romana (sí­, la que quiere que vuelva la misa en latí­n para que nadie pueda entender ni cuestionar lo que en ellas se dice) que sostiene que “Dios aprieta pero no ahoga” hace que me rebele. -¿Por qué me tiene que apretar Dios ni el Gobierno? No importa que me ahogue o no. Lo que no quiero es que me ponga la mano encima. Ni Dios ni el Gobierno.