Que conste que creo que el Partido Pirata es una inciativa sintomática, positiva, graciosa, y quizá incluso necesaria. Pero dista mucho de ser una herramienta realmente útil (y seguro que no por falta de esfuerzo y voluntad, sino porque sabe más el diablo por viejo que por diablo). Como ejemplo basta este escrito en el que solicitan al Fiscal General del Estado la ilegalización de la SGAE.

La redacción dista de ser la estándar en un procedimiento de estas caracterí­sticas. El tono es decididamente partidista e interesado, plagado de valoraciones. Y sobretodo la argumentación es realmente floja.

Podrí­an haber basado su petición en vulneraciones inapelables a derechos constitucionales, como el de libre asociación perefctamente argumentado por el catedrático y magistrado del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, Profesor Juan Montero Aroca en su libro “La legitimación colectiva de las entidades de gestión de la propiedad intelectual” (Ed. Comares. Madrid. 1997, p. 131) en el capí­tulo titulado “La ficción de la libertad de asociación”, donde dice cosas como: podrá seguirse hablando de -«libertad-» para integrarse en una entidad, pero se tratará de una pura ficción jurí­dica, o la libertad de asociación sufre un duro revés.

Podrí­an haber basado su petición en las numerosas sentencias en contra de las muchas actuacion es de la SGAE por parte de tribunales varios (como libre competencia, europeo, mercantiles, civiles, etc).

Incluso podrí­an haber exigido que sus cuentas y auditorí­as sean públicas, o plantear cuestiones de solapamiento y usurpación de funciones de cara a la Hacienda Pública, o las cuestiones que plantea la centralización de una recaudación que quizá debiera depeder de las Autonomí­as.

Pero no, han decidido dejarse guiar por su instinto, su rabia, y su impulso.

Y no seré yo quién los censure. A veces el fuego es lo que ha de arder tras la capa de hielo.