A veces pienso que dice mucho de nosotros el preguntarnos quienes son nuestros í­dolos. Ya he hablado anteriormente del error de la sociedad actual al ensalzar figuras vácuas o por los motivos más absurdos (farándula del “corazón”, deportistas por el importe de su contrato, o actores y actrices no por su trabajo sino por su fí­sico).

Se me ocurren mil ejemplos, desde los conocidos (como Steve Jobs: por su visión, tenacidad, y capacidad de superación ante la adversidad personal) hasta los anónimos (como mi muy admirado D. Erich: un ejemplo de lealtad, integridad y perseverancia). Pero hay un ejemplo que me ha impactado de verdad, y es la historia del reciente Premio Nobel de Medicina, Mario Capecchi.

No entraré en detalles (Google es tu amigo) pero un hombre que desde los 4 a los 9 años vivió sólo en la calle (porque los Nazis llevaron a su madre a un campo de concentración), salió de Harvard para evitar entrar en rivalidades y convencionalismo, y siguió investigando en su proyecto pese a que el Instituto Nacional de la Salud de los EEUU le negó una beca “porque lo que investigaba (el método determinación de marcadores genéticos, para averiguar para qué sirve un gen) no merecí­a la pena”, es un hombre que merece toda mi admiración.

-¿Cuáles son tus héroes? -¿y los de tus hijos? Elige bien. Piénsalo.