Menudo cocktail. El jueves 11 un periódico (el The Star-Ledger de Newark, NJ – EEUU) publica un artí­culo donde cuenta la intervención de Frank Poolas, un ex-marine, ante el consejo municipal explicando su temor a que los terroristas empleen las máquinas dispensadoras de chicle del pueblo para envenenar a la población (Dover, NJ, 18.000 habitantes). Al dia siguiente el propio Frank y 5 personas más se encargan de inspeccionar las máquinas dispensadoras de chicle del pueblo: 96 tení­an su licencia en orden y 103 no (el hecho de que requieran licencia ya me llama la atención). Mientras tanto aparecen en el pueblo cámaras de TV, periodistas, fotógrafos… y la noticia llega hasta el New York Times (página B3).

Triste. Enfermizo. Paranóico. Y sobre todo, a estas alturas, -¿aún estamos así­? Para que luego se extrañen de que puedan volver a ganar (o robar las elecciones) los Republicanos. EEUU es muy grande. Y profunda.