– Toma bombón, tu merienda – le decí­a su padre mientras él hací­a equilibrios en los columpios del colegio

– -¿Te llamas “bombón”? – le preguntó, atónito, un niño un poco más pequeño que estaba detrás de él

– No, me llamo H, pero mi padre me quiere mucho

– Mi madre también me quiere mucho, pero no me llama “bombón”