Alfonso y David me avisaban, Internautas poní­a el grito en el cielo, y hemos visto cómo las barbas de nuestros vecinos se ponen a remojo.

Durante mucho tiempo el estado de las cosas en la red Europea era una batalla de dos gigantes económicos: de un lado las “tecnológicas” (ISPs, fabricantes de equipamiento, etc), y del otro los “contenidos” (discográficas, editoriales, suciedades de gestión, etc). -¿El legislador? A bailar la música que le toquen, que ya tiene bastante con ocultar su ignorancia y hacer malabarismos entre sus propuestas legislativas y su supuesta ideologí­a. -¿El usuario? Ese no cuenta. Es tonto, o lo están haciendo tonto (-¿acaso no ves espectáculos de masa, actualidad rosa, reality shows y demás bazofia como si no hubiese nada más de lo que preocuparse en el mundo, cual cómoda y drigida válvula de escape alienante?). -¿La cultura? -¿Qué es eso, y a quién le importa de todos modos?

Pero ahora las operadoras, dispuestas a vetar las descargas de Internet si obtienen garantí­as legales, se “pasan de bando”, pues lo único que les importa es el dinero, y han descubierto que, tal y como ocurre en muchas otras industrias, cuando se ponen todos de acuerdo, manipulan el mercado, y aunque restrinjan los derechos de los consumidores, -¿quienes son esos para quejarse, mientras el gobierno les apoye?

Para complicarlo todaví­a más, el Congreso español acepta la censura previa en Internet redistribuyendo competencias propias de los jueces. -¿Derechos, qué derechos? -¿tutela judicial, para qué, si los partidos polí­ticos no tienen el control TOTAL de los jueces?

Entonces, claro, suenan tambores de guerra en Internet. Las posturas se radicalizan, las propuestas legislativas se aceleran (con lo que resultan más chapuceras todaví­a), y se intentan colar sin debate en una sesión sobre pesca, un dí­a de partido de Champions, y preferiblemente coincidiendo con una lastimera nota de prensa sobre el descenso de ventas de cassettes, o sobre el divorcio de algún miembro de la familia real (que no verdadera).

Y yo me pregunto, -¿será un tema de léxico? -¿Y si cambiamos USUARIO por votante, ciudadano, consumidor, cliente? -¿y si cambiamos LEGISLADOR o GOBIERNO por empleado público, garante del bien común y los derechos de los ciudadanos? -¿y si cambiamos PROPIEDAD INTELECTUAL por bien común, cultura, ciencia, futuro, evolución? -¿y si cambiamos INDUSTRIA por egoí­stas, manipuladores, ciegos, oligarcas, kleptócratas?

Recordemos que eliminando el P2P eliminarí­an buena parte de la mensajerí­a instantánea, la computación distribuí­da, y el método más eficaz de transmisión de información y almacenamiento distribuí­do que ha descubierto la humanidad hasta hoy en dí­a (sin olvidarse de una herramienta fundamental para muchas empresas e industrias hoy en dí­a, y el único futuro posible para muchas de ellas en el futuro).

Recordemos que eliminando la tutela judicial volvemos a la época del delito ideológico, de la censura más fascista, y del intento de control más opresivo.

Recordemos que acotando la copia privada al ámbito personal / doméstico / limitado estamos atentando contra el espí­ritu de la Cosntitución Española, y contra el bien común y contra la mejor forma de difundir y fomentar la cultura.

-¿No será eso lo que se pretende, en definitiva? Limitar la cultua y el acceso a la misma (cuanto más inculto es el gobernado, más fácil es de gobernar), restringir la evolución y el acceso a una industria (cuanto menos competencia, más cómodos beneficios para unos pocos, aunque se perjudique al cliente), y de paso restringir derechos fundamentales como la libertad de expresión, la tutela judicial, la presunción de inocencia, la libertad de uso de las tecnologí­as…

Pues será por encima de muchos cadáveres.

Mucho “orgullo patrio” al hablar de lucha contra el terrorismo, pero cuando el terrorismo viene por parte del estado, y financiado por grandes empresas, entonce -¿qué?

CIUDADANOS, demostremos que no nos dejaremos atropellar tan fácilmente. -¿Quieren ruido? Tendrán ruido. -¿Quieren sangre? Pues que no jueguen con fuego.

Blogea, enví­a emails y faxes a tus congresistas, al alcalde, a la prensa, llama por teléfono al ayuntamiento, habla con el rector, con el decano, con tus amigos, organiza concentraciones y sentadas. Se pueden hacer muchas cosas antes de llegar a las manos. Pero que recuerden que haremos con ellas lo que nos obliguen: -¿que prefieren que empuñemos, un voto, un euro, un teclado, una pancarta o…?