Según esta noticia que me enví­a Eugenia, tras cometer un “error” (del tipo “si cuela, cuela”, supongo) al facturar más de 10 veces más lo esperado a un concierto gratuí­to de coros que interpretaban obras clásicas y populares no sujetas a “derechos de autor”, y recibir una notificación exigiendo el desglose y explicación de la factura, la SGAE ha preferido hacer una rebaja de más del 90% antes que dar explicaciones.

La verdad es que exigiendo más de 6.000 € a autobuses escolares (lo que ha hecho que muchos opten por no poner ni música ni pelí­culas a los niños, que al fin de al cabo no votan), o no dando explicaciones al querer cobrar en conciertos gratuí­tos de música coral clásica, esta gente está haciendo muchos amigos 😉

Pero lo cierto es que siguen llevándose a comer al Ministro de turno (o enviando a “famosillos” cantates y demás gente de la farándula para que con su aura mediática resplandeciente les ciegue la razón y la lógica), y mientras sigan haciéndolo y no exijamos responsabilidades a los legisladores, no tenemos nada que hacer. Tenemos lo que nos merecemos: el ojete enorme y rojo. Y lo que nos espera (gracias David).

Como decí­a uno de esos acólitos de la SGAE: “Carla Bruni nos salvará”. Parece ser que están acostumbrados a acostarse con polí­ticos con tal de conseguir sus intereses económicos. Pero ya se sabe que la mayorí­a de ellos (“superventas” “superfamosos”) no son más que eso: de artistas nada. PROSTITUTAS. Ya está bien de señalar sólo a la SGAE como responsable de todo esto. Tienen la culpa los “artistas” que se niegan a debatir alternativas, reconocer injusticias, o simplemente son la voz de su amo por temor o por ingnorancia. Tienen la culpa los polí­ticos cagaos de miedo y mierda, que con tal de no enfadar a los que salen en la foto más que ellos, son capaces de vender el alma de su pueblo. Tienen la culpa los medios que no se atreven a denunciar estas situaciones con suficiente fuerza. Tienen la culpa los fiscales y jueces que no se atreven a intervenir en estas situaciones irregulares. Y sobretodo tenemos la culpa nosotros, los votantes, ciudadanos, consumidores, que seguimos dejando que nos den de comer con cuchara, aunque sea vómito.