Hace ya casi 10 años que estuve trabajando en Washington DC. Supongo que todo Hacktivista ha pasado por algo que le ha hecho convertirse en uno. Mi caso fue simple: no puedes ir por los pasillos del Congreso, las oficinas de los Lobbies, o el Pentágono, y no darte cuenta de que hay que hacer algo con la pudredumbre del sistema.

Casi 10 años después, y veo que hay cosas que no cambian

  • mi equipaje se ha vuelto a “perder” (llegará esta noche, me asegura una agente de aduanas, cuando normalmente te lo dice la compañía aérea)
  • inmigración sigue dando asco
  • hay muchos museos que merecen la pena (y no sólo los del Smithsonian Mall)
  • me han vuelto a piropear un grupo de gays en DuPont Circle (a falta de piropos femeninos…) 😉
  • hace un calor del carajo en verano

Pero, también hay cosas que cambian

  • por fin le puedo enseñar mi dedo corazón al Tío Sam en inmigración (de hecho le enseño TODOS, pues han cambiado los BioScans, y ahora te fichan todos los dedos -por cierto, he jugado a “cruzar pulgares”, ¿qué pasará si la próxima vez los pongo bien?)
  • la agente de aduanas no sólo es atractiva, sino que además es simpática
  • en el armario del hotel, préstamo gratis de DVD, videojuegos (Nintendo), y no sólo albornoces, sino que ¡estampados de tigre y leopardo!

Llamaré a mis “amigos” para que me cuenten los último cotilleos de Capitol Hill. Stay tuned.