Sorpresas en Washington
Siempre hay algo nuevo que descubrir, sobretodo en una ciudad grande como Washington DC.
Hoy, pese a tener que salir al aeropuerto BWI a las 3:00 am porque es en el que la Homeland Security prueba sus nuevas torturas a los ciudadanos/viajeros (con lo que se producen colas en seguridad de más de dos horas), se me ha ocurrido salir a cenar. Justo enfrente de mi hotel hay un restaurante japonés (en un primer piso sin mucha publicidad) llamado Uni a sushi place. He visto que tenía un buen rating de Zagat, que parecía “genuíno” y original (y con Wi-Fi gratis), y he entrado. Ha sido genial. Nunca había pedido dos platos de sopa antes, pero es que estos estaban increíbles (uno de tofu en tempura ligera con algas y un caldo con un sabor marcadísimo, y el otro de setas alargadas japonesas, de aspecto parecido al látigo de los nazarenos, con espinacas).
Como colofón un roll de carne de cangrejo (no de sucedáneo surimi). El ambiente totalmente relajado y agradable, nada fancy. Nada mainstream (como el Bistro Français de ayer, en Georgetown, donde por cierto, junto al steak tartar en el menu hay una nota que dice “las autoridades sanitarias advierten que ingerir alimentos crudos o poco cocinados puede causar enfermedades o muerte).
De postre he bajado a crepes-a-gogo. Nada especial, pero me gustan los crepes.
Lo que sí es snobby, preppy, y stuck-up (más pijo que un ocho, vamos) es el lounge ESL (oficialmente 18th St. Lounge Bar) que los Thievery Corporation (dos DJ de Washington) montaron en la antigua residencia de Teddy Roosvelt. Con un gorila que te analiza más que si te fueses a casar con su hija, e igual de estricto con los ID que los demás (joder, si me creyese que dudan de si tengo 21 años o no me alagaría, pero la verdad es que ni de coña), el ambiente dentro es Sexo En Nueva York + El Ala Oeste. Demasiado “cool” para mi body (aunque tampoco hay por qué irse al otro extremo, como ayer), pero como el DJ se sale, pues a disfrutar.
Y al final, al hotel, donde hay cosas tan curiosas como un centro de negocios equipado con Macs (eso sí, con BootCamp corriendo Mac OSX y Windows)
o albornoces para uso del cliente… ¡con estampados ciertamente “salvajes”! (imaginad lo que es bajar a la piscina al aire libre con uno de estos: da para mucha conversación en el pasillo y el ascensor)
Y eso es lo malo: me encanta estar solo, pero para disfrutar completamente de algo, lo mejor es compartirlo (por mucho que le pese a SGAE y compañía). Y no está conmigo quien quisiese que estuviese para compartirlo. Así que os lo cuento a vosotros (como si alguien estuviese leyendo esto) 😉