Por lo menos así lo entiende el ordenamiento jurídico español, al obligar a ejercer sus derechos a los artistas de forma tutelada (a través de las suciedades de gestión colectiva), cosa que no ocurre en ningún otro caso en todos los cuerpos de legislación de nuestro país (excepto aquellas personas que no son responsables de sus actos).

Esto que hasta ahora me parecía un auténtico insulto hacia los artistas que sólo tenía sentido por el interés de dichas entidades monopolísticas, empieza a tener sentido para mí.

Tras años de estar en contacto con “artistas” de toda índole (en conferencias, por trabajo, por ocio, amistad, etc), ya sabía que son personas que “quieren dedicarse a lo suyo y que no les mareen con contratos, dinero, etc”. Por eso su histórica dependencia de las discográficas, los managers, y demás séquito parasitario (en su mayor parte). Esto es comprensible, sólo en cierta medida, por su inclinación creativa y por lo tanto supuestamente poco dada a organización y control.

Pero también hay grupos de creadores (como los artistas gráficos, diseñadores, publicistas, etc) que no “pasan por el aro” con tal facilidad. ¿Qué ocurre, entonces?

La respuesta nos la da un paseo por MySpace.com. Esa abominación de organización y diseño. Cada vez que escucho Siglo XXI en Radio 3 oigo a un grupo decir “visita nuestra web en MySpace.com/pon-aqui-el-nombre-del-grupo-tecnoretrasado-que-quieras”. Y me pongo del hígado. Además, lo único que hacen es espamear las cuentas y comentarios de otros usuarios de MySpace.com. Endogamia destructiva.

¿Por qué no se hacen con su dominio y hospedaje? Es bien sencillo, y según te lo montes puede ser hasta gratuito. Además les daría la libertad de organizar los contenidos como quieran, e incorporar cualquier tipo de solución tecnológica para gestionar lo que quieran. Incluso podrían emplear otras webs y servicios que ya he comentado aquí en otras ocasiones. Tendrían CONTROL. Pero eso es precisamente lo que no quieren, porque igual que los niños pequeños, no quieren RESPONSABILIDAD.

Se escudan en el desconocimiento. Se escudan en el “con lo que curro para producir cancioncillas, sólo me falta tener que aprender a usar un ordenador”. Pero eso no se lo escuchan al fontanero que se anuncia en páginas amarillas, hace buzoneo, y produce unos imanes para la nevera d elas señoras. Él tampoco estudió management ni marketing en ESADE. Pero sabe que ha de buscarse los cacaos.

Los “artistas” son (en su mayor parte, y siempre con la cautela que hay que tener con las generalizaciones) una banda de “yo también”. Desde los estilos musicales, pasando por las “influencias”, a las modas en la ropa, o las escenificaciones, no he visto oro colectivo que se las dé de “creadores” y sin embargo estén tan homogeneizados.

Lo siento mucho (y mira que tengo amigos en ese colectivo a los que quiero de corazón), pero a los que nos dedicamos a buscar el pan cada día hasta debajo de las piedras, vuestros lloros y pataletas no nos dan ninguna pena. Habéis estado mimados (los cuatro que lo conseguían, por no hablar de los millones que se quedaban en la cuneta y nunca tuvieron una oportunidad, cosa que ahora ya no es imposible) demasiado tiempo por una maquinaria oligopólica que generaba escasez artificial a base de legislaciones y regulaciones nocivas para el consumidor. Y si seguís agarrados a ella, con ella caeréis.