El sábado tuve una discusión (más que debate) muy interesante con uno de los “tradicionales” de la industria discográfica. Lo interesante no sólo fue el escenario (al borde de una piscina), ni el público (desde empresarios a abogadas pasando por amas de casa).

Lo interesante fue ver cómo con 5 minutos de sparring, salen a relucir los verdaderos colores de cada cual.

Para que os hagáis una idea os dejo “perlas” de mi interlocultor y oponente (además, no podría transcribir la conversación completa ni queriendo, pues mi memoria no es ni de cerca tan buena):

– Al final es todo oferta y demanda. Deja de hablar de cultura, que esto es un negocio y punto.

– Estos [internautas] son los que nos roban cada día.

– Yo no estoy a favor del canon ni de la SGAE. Lo que hay que hacer es acabar con la copia privada, y todo resuelto. Y la SGAE que pase a ser un organismo dependiente del Ministerio de Cultura, o mejor que se integre dentro de él.

Por supuesto que me parecen mal las bibliotecas. Claro que habría que pagar por entrar en ellas. ¿Que hay canon a las bibliotecas? Estupendo.

– Lo que han hecho en Francia [básicamente prohibir el uso del P2P sin garantías judiciales] me parece estupendo. Viva Carla Bruni.

– Estos [internautas / gente del copyleft] si pudiesen hacer que el pan se duplicase digitalmente lo harían y les parecería bien. Dirían que es para acabar con el hambre en el mundo, pero lo que estarían haciendo es arruinar a los panaderos.

Puede que a alguno le sorprenda, a estas alturas, que se pueda ser tan obtuso, tan extremista, y tan retrógrado. Yo conozco algo a esta persona, y la tengo por inteligente (por ejemplo admitió sólo una mínima parte de que las obras que se descargan son “lucro cesante”). No sé si la radicalidad de su postura es un síntoma de desesperación, o un burdo intento de demagogia populista dirigida a la grada. Pero lo que sí sé es que ese discurso, que antes reservaban a los miembros más combativos pero alejados de la cúpula pública (lo había sufrido antes por ejemplo al representante de la SGAE en Valencia, durante un debate en la Universidad de Alicante, y de nuevo antes las cámaras en la UPV-TV), ahora es cada vez más frecuente.

¿Los últimos coletazos del dinosaurio?

¿Preparando el terreno para una ofensiva “a la francesa” o peor?

En cualquier caso, no bajen la guardia, y quédense con sus caras, porque si les dejamos esta gente convertirá la cultura en una mercancía de usar y tirar manipulada por cuatro mangantes, a la que tendrán acceso cuatro privilegiados, y para lo cual acabarán con muchas de nuestras libertades personales.