Esta mañana, a las 6:32, tras dos minutos de “España gana a Rusia, miren qué abrazo Real, miren que alegría en la gente de a pie, bla bla bla” la presentadora del telediario de TVE1 ha dicho una frase que me ha ofendido por lo claro y evidente de su desparpajo: “menos mal que el fútbol hace que nos olvidemos de las malas noticias de la economía”, con lo que daba paso a las noticias económicas (“desaceleración brusca” o “choque lateral con daños en la carrocería”, señor ZP llámelo como quiera pero esto es una crisis).

Enfadado con el descaro con que la televisión pública reconoce el clásico panem et cirsenses, zapeo y llego a las noticias de Tele5. En ellas llevaban ya un par de minutos hablando del partido… ¡y han seguido 10 más!, con todo tipo de muestras de euforia, descontrol, superficialidad y demás majaderías que se realizan en un estado de enajenación como el que parecían vivir todas aquellas personas retratadas.

Esto demuestra que la mencionada estrategia de manipulación y desvío de la atención no es un fenómeno planificado y orquestrado (aunque sí potenciado) por el “gobierno central”. Tal y como explica Noam Chomsky que sucede con la concentración y orientación ideológica de los medios de comunicación, es un fenómeno que resulta de la dinámica natural del sistema pervertido en el que hemos permitido que se conviertan los medios de comunicación de masas. A esto añado la tendencia natural a la abstracción y la alienación que la mayoría de personas padece (resultado de un desajuste evolutivo en relación a la “necesidad” de limitar los procesos mentales para economizar recursos como la glucosa en un medio hostil y de escasez… pese a que hoy ya no sea así).

Ironías de la vida, el día en que los medios hablan de “Toda España celebra con pasión y orgullo…”, con tufo a “una, grande, y libre”, los separatistas (los más cercanos a los terroristas con posibilidad de participar en política) de la izquierda abertzale dan su apoyo a Ibarretxe para que saque a delante su referéndum de “¿quiere usted ir a su puta bola?” en una muestra más de “en política todo vale, donde dije digo digo Diego, soy puta y pongo la cama con tal de salir en la foto y conseguir cuatro votos más (y cuatro años más mamando del dinero público)”.

País de opereta, oiga. Aquí no nos hace falta Berlusconi.