Lo del desayuno de este hotel no deja de sorprenderme. Habré probado literalmente cientos de bufetes de desayuno en otros tantos hoteles al rededor del mundo. Pero nunca uno tan variado y excelente como este. Desde frutas (fruta de Jack o jaca, starfruit o carambola, guayaba, dragonfruit, minipiñas…) y zumos (de kiwi, melón…) hasta comidas frías (huevos benedictine con salmón, sushi roll…) o calientes (dim sum, angel noodles, tortillas a la carta…) y dulces (french toast, donuts rellenos de mango, chocolate mud cake…). Me pasaría el día desayunando aquí. Y lo mejor… ¡cambian prácticamente todos los platos cada día!.

No me extraña que les hayan dado el premio al mejor hotel de la ciudad muchas veces. Además, el servicio es realmente atento sin que agobien.

Me ha hecho falta un buen desayuno hoy porque ayer decidí hacer algo que no suelo hacer: salir a un bar. Me comentó un guia que el que habían votado como “mejor bar de Asia” estaba a la vuelta de la esquina. Así que decidí visitarlo por mera curiosidad (¿será por su iluminación, ambiente, música, DJ, decoración…?). Pero lo que me esperaba era una sorpresa, y de las gordas.

El tal “Beach Club” desde fuera tiene apariencia de chiringuito de playa gigante, con decoración surfero/pirata.

Desde fuera se puede oir la música de un grupo de rock en directo que sonaba atronadora (una versión de Sultans of Swing nada mala considerando lo alto que estaba el listón, seguida de hip hop, con un par)

Pero nada más entrar me llama poderosamente la atención la cantidad de mujeres jóvenes y muy atractivas que hay… y la casi igual cantidad de hombres entrados en años. Le quería preguntar uno de los barman de qué iba todo eso, pero el tal barman se parecía tanto a Jack Sparrow (físico, maneras, vestimenta y maquillaje incluído), que le pregunto primero si puedo sacarle una foto con el móvil, a lo que me contesta que si lo intento me parte la cara (supongo que los securatas, porque él no levantaba dos palmos del suelo). Luego resulta que su foto ya está en la red (con esa pinta era inevitable).

El caso es que, efectivamente, un minuto después salgo de dudas definitivamente, pues pese a estar evitando contacto visual y no bailar (nunca lo hago de todos modos), se me van avalanzando una serie de jovencitas sin el más mínimo pudor. Y los que me conocéis sabéis que con mi físico eso es realmente improbable a nos ser que… efectivamente aquello es un burdel encubierto (y no muy encubierto). Resulta que los tiburones que nadan en la pecera del local, encima de la barra, no son los únicos “depredadores”.

Alucinando con la hipocresía del gobierno “musulmán” (allí también había varios “musulmanes-sin-lugar-a-dudas” bebiendo cerveza y margaritas), decido largarme (si ya de por sí un bar o un pub no son mi hábitat natural, esto era realmente ridículo). Definitivamente una sorpresa. No sé qué me va ha dado más pesadillas, si Jack Sparrow, la visión de un abuelo abrazado por una belleza que podría ser su nieta, la hipocresía del gobierno y lo religioso en general, o las interminables piernas de la primera chica que se me ha acercado. Lo que sí tengo claro es que la próxima vez que un musulmán, (y más representante de un gobierno) me hable de la superioridad moral de su religión me voy a partir de risa (ahora que lo pienso, ya lo hacía). Me alegro de que sean abiertos, y de que quieran complacer a todos, pero que no me vengan luego con monsergas.

Así que esta mañana no tenía yo todas mis energías conmigo. Lo que sí tenía era un cuño en la muñeca que me daba más vergüenza que si me hubiese tatuado “amor de madre” tras una borrachera (y que no se ha ido hasta que he recurrido a la colonia).

El día ha transcurrido sin más sobresaltos. Business as usual. Esta noche recepción en la residencia del embajador español en Kuala Lumpur. No me apetece, pero han invitado también a mis clientes, así que allí estaré.