Empiezo a probar lo chino ya en el avión. KLM ofrece alos pasajeros un menú chino (diseñado y realizado por una famosa cadena de restaurantes china). Está bueno, y hasta la bandeja es de diseño. Además me encanta comer con palillos, y es la primera vez que lo hago a bordo de un avión.

Me preparo para una inmigración y control de pasaportes estrictos, pero me sorprende lo rápido, aséptico y fácil que resulta. De hecho cada ventanilla de control de pasaportes tiene una serie de botones que al apretarlos indicas tu nivel de satisfacción con el agente que te ha tratado. Si hicieran eso con los EEUU…

Se podría suponer que con la llegada de los JJOO a Beijing las autoridades chinas harían todo lo posible por dar la mejor imagen y facilitar las cosas a los turistas. Pues lo primero sí, pero lo segundo no. Y como todo en China, aunque no sea aparente, hay una explicación: control.

Por ejemplo, cuando me saqué el visado esperaba obtener el de “varias entradas” válido para un año, pues mi empresa está empezando a exportar tecnología a China, y espero “tener” que volver muchas veces. Pero “con motivo de los JJOO las autoridades chinas advierten de cambios en la política de visados”. Resulta que donde antes bastaba la carta de invitación de una empresa local (a parte de la reserva de hotel, y los billetes de ida y vuelta de avión) ahora hace falta que dicha carta se aprobada por la policía o ministerio del interior en China, lo cual es casi imposible. Además se eliminan los visados multi-entrada, y la validez es de sólo un mes.

Parece ilógico: ¿justo en el momento que se esperan más visitantes, por lo tanto más negocio, va y endurecen las condiciones de acceso? El motivo es que se la suda el negocio puntual y los turistas. Lo que les importa es mantener un control absoluto.

Eso sí, quieren dar una buena imagen, y para ello no reparan en recursos. Desde campañas públicas para adecuar los usos y costumbres locales a los occidentales (como no escupir a todas horas, y sin motivo aparente, en la calle), hasta el cierre de prostíbulos encubiertos en peluquerías, bares, y casas de masajes, hay muchas medidas que se toman para “adecentar la imagen”. Incluso aquellas que van en contra de la comodidad y buen funcionamiento de los JJOO, como por ejemplo la prohibición de conducir los dias alternos, o la no existencia de parking en los centros de competición. Todo para intentar reducir la tasa de contaminación, tan exagerada y aparente que se puede ver y palpar. Tanto es así que el Wall Street Journal del sábado llevaba un artículo sobre el tema (indicando que incluso algunos atletas están considerando aparecer con máscaras, algunos de ellos ya entrenando en Japón, en vez de en Pekin). Por cierto, he decidido dejar el artículo en el avión para evitar problemas, pues me han comentado mis clientes que la censura aquí no es precisamente una tontería ni algo sutil: revista o periódico que lleve un artículo crítico con el sistema, desaparece de las estanterías automáticamente, sea cual sea. Es curioso que esté posteando esto desde mi habitación del hotel en Pekin, pero cuento con que no hablen español, o por lo menos les lleve una semana encontrar este post y traducirlo (para entonces ya estaré en Tokio) 😉

¿La primera impresión de Beijing desde el taxi? Enormes y amplias avenidas, tráfico fluido, gigantescos edificios y rascacielos (los más recientes tratando de demostrar más originalidad que el anterior), y una limpieza sorprendente (me dicen que eso es así desde hace varios años, no por los juegos). Lo que digo desde hace tiempo: hay que temerlos, porque son (no “serán” como dicen algunos) una potencia.

Ahora ducha rápida y a la oficina en las torres gemelas, que aunque lleve viajando más de 24 horas, aun me quedan unas 12 para poderme ir a la cama.

Mañana más anécdotas y fotos.