Por un lado está bien que los contenidos de la red estén distribuídos y exista cierta multiplicidad (múltiples instancias de un elemento) para aumentar tanto su seguridad como su disponibilidad.

Pero por otro lado el exceso de multiplicidad innecesario hace que el ecosistema de la red se contamine, y las interacciones se dificulten.

Un ejemplo muy “gráfico”: el porno. ¿Os habéis fijado que los archivos de porno online tienen nombres muy similares (“video4.wmv”, “3.mov”, etc)? Son poco explicativos, no tienen elementos como tags o jerarquía, sin entrar ya en su distribución y almacenamiento.

[Nota a parte.- Por supuesto vosotros no véis esas guarradas, ni descargáis porno, claro. Ni siquiera en una Party habéis duplicado un CD con porno dentro por error. Ya. A ver si acabamos con el tabú y la hipocresía que rodean al porno y la prostitución: si estuviese disponible transparentemente en todo el mundo habría mejor calidad, más variedad, mayor igualdad, mayor oferta para sectores de público potencial actualmente discriminados, más fácil acceso, menos mafias y abusos… por no hablar de una mayor contribución a las arcas de los estados]

¿No convendría establecer convenciones sobre el nombre, las comprobaciones de integridad de archivo, el almacenamiento, el rango de multiplicidad, etc? Quizá esa sea la necesaria evolución (y una de las pocas acciones intervencionistas que parecen remotamente deseables) del futuro de la red.