Esta mañana he ido con Juanjo y Julia a la estación de trenes de Málaga a recoger a Alvaro. Como hemos llegado unos minutos antes y necesitaba mi chute de azúcar, nos hemos sentado en la cafetería a tomar algo dulce. He dejado mi MacBook Air (convenientemente acomodado dentro de mi cartapacio negro) en una silla.

Antes, cuando uno transportaba un maletín y nosecuantos kilos de peso de un portátil, si te lo olvidabas lo echabas de menos en seguida. Pero ahora no. Así que unos minutos después, al necesitar mirar un dato, me he dado cuenta. He corrido como los modelos de Emidio Tucci en los anuncios de trajes de El Corte Inglés (pero más feo, sin tanto porte, y menos glamour 😉 ). Pero claro, con zapatos de vestir y suelo de mármos pulido y encerado, cuando he llegado a la mesa, al frenar me he pasado dos más. Parecía que estaba haciendo skate sin monopatín.

Por suerte, y con gran alivio, he comprobado que allí seguía, quizá porque un cartapacio negro sobre una silla negra no se ve mucho, quizá porque la gente es muy honrada.

Tengo copia de seguridad actualizada y bien cifrado el disco duro, pero perder mi portátil… eso es un mal trago que hoy no he llegado a sufrir, pero casi.