Ya me lo decía un taxista hace meses: “cuando a nosotros nos baja el negocio casi a la mitad, da igual lo que diga ZP, hay crisis y es gorda”.

Hoy he tenido oportunidad de comprobar otro síntoma de crisis (como si los medios no nos bombardeasen con ello lo suficiente): aparcado frente a un cajero automático, me ha dado por fijarme en las caras de la gente cuando, al salir, comprobaban el saldo disponible en sus cartillas de ahorro. Las caras eran todo drama.