Definitivamente algo tendrá esta tierra cuando vengo tanto por aquí 😉

No soy de los que les gusta “quedarse con las ganas”, así que por negocio o placer, esta vez mi lista de restaurantes ha empezado por los que se quedaron en la cuneta la vez anterior: Restaurante Café de París (comida francesa al estilo andaluz, impecable), El Chinitas (lo tradicional llevado al extremo, con mega-retrato de Chiquito en la pared y “pianista-freak hasta la comisura de sus mejillas posteriores” incluído) o La Moraga (tapas de autor: prepárate para mezclar, sobretodo en el menú degustación). Y un descubrimento nuevo: el Rincón del Trillo. Pero no en la terraza, primera planta, o los reservados de la segunda planta, sino en el exclusivo reservado de una sola mesa, en local a parte, que llaman “la joyería” (porque es lo que era hasta hace poco). Excelente producto, perfectamente cocinado, y con interesantes aportaciones originales (croquetas de piñones, alcachofas con foie y habas) en una carta compuesta mayoritariamente por comida tradicional.

Pero como no sólo de comida vive el hombre, también hay que alimentar el cerebro, me voy con la pena de no haber podido disfrutar del FanCine, pero sí de la exposición “Del Greco a Picasso, la colección del Santander” en el Rectorado de la UMA.

Como decía mi amigo Ramón (gracias por el “esfuerzo de conducir hasta el centro y aparcar aunque sea en un parking”, y sobretodo por una siempre agradable tertulia) “cuando leo tus posts parece que te conozcas Málaga mejor que yo”. No es para tanto, ni mucho menos. Ayudan tres cosas: ganas de conocer, que los “nativos” te guíen, y una de las máximas del viajero

No te quedes en la habitación del hotel a no ser que tengas buenos motivos para ello

Para la próxima: El African Work de Barceló y Matthias Weischer en el CAC, el tapeo (Duque de la Victoria), d‘gustar, salmorejo y el mandrilo (wifi).