Ya hace un par de días que regresé de Chicago, y no iba a postear nada más sobre el viaje. Pero al organizar la información varia del viaje, me encuentro con dos cosas dignas de mención:

– Pese a que no tuve tiempo de ir al AIC (un museo de esa calidad y dimensiones no se debe visitar con prisas) por motivos que no vienen a cuento, sí pude disfrutar del MoCP, con sus dos exposiciones “The Transparent City” de Michael Wolf y “Work/Place”. Dos miradas duras (la primera mucho más que la segunda) a la deshumanización de esos constructos (no tan) modernos como son la urbe y el trabajo de oficina. Muy recomendable.

– Al hace el check-in en Chicago, la señora del mostrador de USAirways consiguió aunar (casi)todos los disparates que se pueden hacer en dicho proceso: no encontraba las reservas, pese a tener los números de confirmación delante; nos facturó como “niños” (con la sorpresa del personal de puerta a la hora de embarcar en el último vuelo, a cargo de Spanair; aunque todos dicen que “estoy hecho un chaval” 😉 ); solicitamos espacio extra (salida de emergencia o principio de sección) y nada; solicitamos pasillo, y nos dió en todos los vuelos centro y ventanilla… Y yo me pregunto ¿no se puede responsabilizar a alguien de tal retahila de desatinos? No me ha pasado muy a menudo, pero sí en ocasiones que solicitas, te dicen, o prometen, algo a la hora del check-in, y luego te encuentras que te han tomado el pelo. O incluso como a la ida, que nos buscaban los de la puerta del embarque (para rellenar no se qué nuevo formulario) y casi nos quedamos en tierra porque no se les ocurrió preguntar en la sala VIP. ¿Algún lector de este blog que sea personal de tierra y quiera romper una lanza? ¿Qué tal si pusiera el nombre de la persona que ha hecho el check-in para luego exigir responsabilidades si se hacen las cosas muy mal? Estoy en contra de la litigación o el exceso de control, pero muy a favor de que cada uno se responsabilice de su trabajo.