El símil lo he empleado en montones de conferencias, y siempre provoca hilaridad. Y sin embargo, ilustra perfectamente, por reducción al absurdo, cómo la supuesta condición de “especial” no consigue hacer que la “propiedad intelectual” tenga sentido al ser aplicada la ley.

Ahora el gobierno aprueba que los “artistas plásticos” (¿los que trabajan con plástico, con plastelina, y no lo son acaso los que hacen un muro maestreado a la perfección, o los pintores que consiguen ese “estuco veneciano divino”?) cobren un “canon” o “derecho de autor” (4% con una serie de baremos) cada vez que se REVENDA una obra creada por ellos. ¿Qué ocurre con los cocineros que crean recetas, los barman que crean cocktails, los jardineros que crean preciosas formas de arbusto, los ingenieros que crean fuentes que danzan al son de la música…? ¿Canon para todos, para nadie, o de nuevo sólo para unos cuantos?

Harto del gobierno vendido, del “ARTE”, y los “artistas” a los que hay que “defender”. Joder, entre banqueros y artistas, no sé por qué no hay que defender a los panaderos, las conductoras de autobús, las cajeras, o los recogedores de basura.