La Dra. Seena Fazel publica en el Journal of Clinical Psychiatry un estudio que demuestra que los presos blancos, casados, y con trabajo, son los que mayor riesgo de suicidio tienen en prisión. Aconseja no ponerlos en celdas aisladas, e intervenir al menor indicio de alcoholismo o desequilibrio mental.

Lo sorprendente del estudio es que hasta ahora se asumía que el estar casado era un factor de reducción de riesgo de suicidio en la cárcel, tal y como ocurre fuera de la prisión. Pero por el contrario, cuando uno está casado (o, asumo, con pareja estable) en la cárcel, el sentimiento de pérdida es mucho mayor, y ello lleva a desesperación, y a suicidio.

No me lo quiero ni imaginar. Debe ser, literalmente, para volverse loco. Por no mencionar a aquellos que tienen hijos pequeños.

En cualquier caso, hay que reconsiderar el sistema carcelario actual, con poblaciones penitenciarias creciendo a niveles insostenibles, e índices de criminalidad casi endémicos que no se consigue reducir. Evidentemente el actual sistema supuestamente “redentor” falla y mucho. Más inversión en educación y menos en cárceles.