Siempre me ha gustado comunicarme. Escribir no se me da mal, por lo menos se me da mejor que pintar o esculpir. Pero hay que reconocer que el caracter casi-unívoco, casi-objetivo, y generalmente-vulgarizador de las palabras limitan su capacidad de comunicación en circunstancias especiales. En esos casos me suele venir a la mente una imagen visual, gráfica, evocativa, sutil… y mi incapacidad para plasmarla plásticamente me solivianta.

Entonces, a veces, la casualidad hace que te topes con una de esas imágenes que alguien ha captado o plasmado, sintiendo lo mismo, o queriendo comunicar otra cosa. No importa. Lo que importa es que sirve para tu propósito de expresarte. Y el alivio es grande. Esa es la verdadera fuerza impulsora de la creatividad. Tras la inspiración, la musa, viene esa urgencia por plasmar, por comunicar, y por lo tanto por compartir.

Aquí hay un ejemplo: El Hubble NASA/ESA no sabe lo que siento por mi chica. Pero lo ha plasmado perfectamente.