Lo reconozco, escribo como el culo. Me pierde la inmediatez, el no editar ni mis palabras ni mis pensamientos. Y las pocas veces que releo lo que he escrito me arrepiento de esa urgencia impulsiva. Expresiones soeces, construcciones atropelladas, conceptos desestructurados…

Sé que esto es un blog, y no es mi profesión. Pero me gustaría escribir como Hendrick Hertzberg [aquí su blog]. Ahora estoy leyendo Politics, una recopilación de artículos del editor ejecutivo de The New Yorker que fue escritor de discursos del presidente Carter. Contiene joyas como este párrafo de introducción a un artículo sobre el escándalo de William Bennett (traduzco):

Como Judeo-Cristiano averso a la religión, y que es tan americano o mejor que cualquier evangelista engominado, sujeta-biblias, promotor del apartheid de cualquier canal de televisión UHF que pueda usted nombrar, debo protestar.

O sutilezas como la que se encuentra en un artículo en el que cubría la campaña de Bush (padre) en una granja en Dakota del Sur (traduzco):

El olor de la mierda, como su sonido, no es del todo desagradable.

No es Daniel Bell, Bruno Bettelheim, Simon Weil o George Orwell (o Larra), pero lo que daría yo por “conformarme” con eso.

Así que disculpen ustedes mis tropelías, y disfruten de la inmediatez impulsiva.