Apuntes desde Mumbai II
Ayer, tras el desayuno de rigor taxi a la primera reunión (con el consejero económico y comercial de la embajada) y luego al principal hospital de la ciudad para la siguiente reunión.
Por el camino me entero que muchos taxistas (que por cierto llevan el taxímetro por fuera para que nadie lo toque) se desvían del camino más lógico, no por alargar la carrera y cobrar más (te intentan cobrar de más incluso llevando taxímetro) sino porque no veas sus zonas de chabolas (slums). Yo, personalmente, las encuentro fascinantes, y debería ser obligatorio que todo turista las viese.
Como tenía un breve espacio de tiempo hasta la siguiente reunión, sesión de pesas (gigantesco gimnasio, con los últimos aparatos, y todo para mí) y unos largos en la piscina del hotel (no muy grande pero con todo lo necesario: tumbonas, gafas de nadar, toalla, reloj grande, granizado de sandía…).
Luego fui a la habitación a darme una ducha, pero la estaban arreglando. Así que decidí ayudar. ¡El personal de limpieza puso una cara de susto y sorpresa cuando me vieron recoger con ellos!. Llevan el sistema de castas muy metido dentro, y no comprenden que no tenga que ser así.
Por la tarde, una experiencia casi cómica de las que ocurren a los comerciales en países poco desarrollados: como en Mumbai las direcciones no tienen número (se guían por “landmarks” o puntos de referencia), me dan la dirección del cliente, y me dicen que se accede por el lateral de un banco que está al lado del concesionario de Audi de una determinada calle. Se lo explican al taxista, que me lleva. Cuando llega, para y me señala por la ventanilla un concesionario de VolksWagen mientras decía “BMW” (en “su” inglés “bi er dubliu”). Le explico que voy al de Audi, y le dibujo el logo. Me mira como “¿no te da igual?”. Al final me lleva. Al lado hay un banco, pero en el lateral sólo casas particulares, en ruinas, con hombres tirados por el suelo y perros famélicos. [Sigue odisea, pero acortando…] al final, cinco edificios más abajo llego a unas cochambrosas oficinas (normalmente son impresionantes edificios de oficinas, esto me sorprende y mucho), una hora tarde: “no hay problema, esto es Mubai”.
Menos mal que por la tarde cenamos en el SanQi, donde el chef Kato es el único del país con licencia para preparar Fugu. ¡Pero no les queda!. Así que disfrutamos de una excelente cena sin Fugu. Lástima.
Hoy por la mañana sesión de yoga matutina con maestro Yogi (reconozco que la flexibilidad no es mi fuerte), reunión de negocios, y más piscina. Luego al aeropuerto y via Air India a Nueva Delhi. Cena en restaurante típico (o sea, picante de narices) y a dormir. Mañana más.