Por espeluznante que parezca, otro de los grandes avances de los muchos que nos va a deparar para las neurociencias y la psicología las resonancias magnéticas funcionales (fMRI) es la posibilidad de “ver” al cerebro eligiendo entre varias opciones, en acción. O sea que se puede predecir lo que el sujeto va a escoger, o se puede averiguar si ha mentido.

Según un estudio, en los Ganglios Basales (caudete nucleus) la actividad se incrementa al considerar la opción elegida, y decrece una vez escogida. Esto ocurre porque anticipamos una recompensa al considerar la opción que entendemos más adecuada para ello. Lo que es más, se incrementa la actividad al considerar la opción descartada, al poco tiempo, si no se ha recibido estímulo a favor de la opción elegida.

Esto quiere decir que empezamos a entender cómo y por qué elegimos lo que elegimos, y cómo y por qué funcionan la decepción y los cambios de idea.

La libre voluntad, la personalidad, y demás maravillosos conceptos que tanto nos fascinan tendrán que ir dejando paso, cada vez más, a experimentos que nos reduzcan a neurotransmisores, nucleótidos, sinapsis… Y cuando concluyamos que somos un saco de productos químicos en ligeramente variables proporciones, ¿dónde quedará la individualidad?. Pues en la experiencia. Así que déjate de “yo soy así o asá” y empieza a pensar en “yo he vivido esto o aquello, quiero estudiar esto o aquello, voy a experimentar así o asá”. Porque lo demás es pura bioquímica. La matriz.