Anoche tras todo el día en las oficinas de mi distribuidor en Bogotá, cené con ellos en el restaurante El Armadillo. Interesante (aunque no increíble). Y a dormir, pues me recogían esta mañana a las 8:15 para ir a ver a un cliente.

Las cortinas de la habitación no son lo suficientemente opacas, y aquí amanece temprano, así que a las 6 ya estaba despierto. A las 8:15 en el lobby… y el distribuidor no me ha recogido ¡¡¡hasta las 8:55!!!. Ayer se retrasó los 15 minutos de rigor “por el tráfico y porque se había equivocado de dirección”. Pero el retraso de hoy (excusa manida, de nuevo el tráfico) ha sido de los espectaculares.

Curioso concepto de “respeto”: son amables y educados, pero “el otro” y “su tiempo” no es problema suyo. Son jerárquicos, y si eres “jefe” o “cliente”, te lamerán el culo. Pero no porque te respeten de verdad. Eso sí, excusas todas las que haga falta. Me recuerda a la India: se desviven por hacer como que te ayudan, pero si te resuelven el problema o no no es su problema. En vez de jerárquicos llevan el sistema de castas dentro. Pero al final, lo mismo.

“El concepto del otro, un estudio comparativo a nivel antropológico”. Interesante tema para una tesis.

Curiosamente no hemos llegado muy tarde a la reunión con el cliente, pues no había tráfico. Ha ido todo bien a nivel de negocios, pero no puedo evitar que se me encoja el corazón cuando visito un hospital pediátrico. Nadie debería de sufrir, pero mucho menos los niños. 🙁

Tras comer rápidamente en El Corral (su término “hamburguesa gourmet” me suena tan absurdo como “inteligencia militar” o “propiedad intelectual”), sesión de trabajo en las oficinas del distribuidor. Al acabar cena rápida (crepa de brocoli, espárragos, alcachofas y champiñones con jugo de feijoa) y a dormir pronto.