Leyendo en el avión de Palma a Londres los diálogos de Chuang Tse (gracias Carlos), reflexiono sobre el ideal taoísta de “no dejar huella”. Toda huella dejada es imperfección, necesariamente la huella de un yo separado, de un ego.

Curiosamente las civilizaciones occidentales (y buena parte de las orientales) históricamente han hecho hincapié en lo contrario: en la huella, en ser recordados, en la influencia… Todos, en cierta medida, hemos sido educados con el enfoque egomaníaco y megalómano por el cual el objetivo fundamental de la vida es hacer cosas, algo, por lo que ser recordado, marcar la diferencia, dejar nuestra herencia.

Ya sea aportar conocimiento, crear arte, tener descendencia, hacer fortuna. Queremos pensar que ese es el objetivo de la vida. Pero un poco de reflexión nos descubrirá que esto no es necesariamente así, y lo que es más, no tiene ningún sentido.

El enfoque de ser recordado, para empezar, depende de los demás, es externo. Además no es algo que vayamos a disfrutar o vivir. Por lo tanto, dedicar la propia vida a algo que no vamos a vivir, suena por lo menos extraño ¿no?.

Por el contrario, no dejar huella no es un objetivo, sino el resultado de una vida vivida, experimentada, concentrada. Por supuesto que interactuamos, pero el buscar el influenciar, el modificar, el marcar, parece cuanto menos poco ético. ¿No atenta este objetivo contra la libertad de aquel a quien queremos influenciar, o quien queremos que nos recuerde?

Cuidado, no hay que entender el enfoque de no dejar huella, con la excusa para no actuar, no decidir, no crear, no construir, y sobretodo no pensar. Pero todo eso deber ser el resultado de una reflexión interior, una experimentación, una convicción, y no una inercia, una ambición, o una costumbre.

Hay quien ha dedicado su vida entera a buscar la “iluminación” sin encontrarla. Tampoco parece muy apetecible. Pero lo que está claro es que no tiene ningún sentido vivir una vida por defecto, supuesta, como los demás, porque sí. Hagámonos preguntas, busquemos. Otra cosa es que encontremos. Pero por lo menos estaremos en el camino.

Equilibrio, al fin de al cabo.