Si no posteo esto, reviento.

Mañana he de volar a Londres, para asistir a una reunión. La Unión Europea me paga el viaje, así que no me debería importar mucho el precio. Pero como uno trata de ser sensato, y honesto, pues me pongo a buscar alternativas (la agencia de viajes va demasiado liada como para eso, y como ellos van a cobrar igual, y pocos clientes les exigen que optimicen sus gastos…).

  • Si elijo “lo fácil” (Iberia, directo): más de 1.000 euros.
  • Si elijo con conexiones: 800 euros.
  • Si elijo billetes “cruzados” (dos idas y dos vueltas, desperdiciando dos de esos trayectos): unos 400 euros.

No lo comprendo: el sistema estará optimizado para exprimir hasta el último euros de las necesidades de viajar de los clientes. Pero con incongruencias y derroches como este. Absurdo.

Tan absurdo como que el cambiar de titular de un contrato de permanencia de telefonía móvil anula la permanencia y te penalizan. ¿Pero no se supone que lo que quieren es fidelizar al cliente (eufemismo para “tenerlo atado por los cojones”)?

Puede que el utópico en mí crea que hay que mejorar las cosas, denunciar el absurdo, aferrarse a la racionalidad y defenderla a capa y espada. Pero es más fuerte mi espíritu hacker de “sálvese quien pueda/sepa”, “aprovéchate del sistema para derrocarlo”, “busca los puntos débiles y penétralos sin miramientos”.

No puedo (ni creo que nadie pueda) resolver todos los absurdos del mundo. Pero puedo atacar cada uno que cruza en mi camino, y aprovecharme de las incongruencias del sistema, compartiendo la información con todo el mundo (otro eufemismo para “los cuatro que aun, obstinadamente, leéis mi blog”) para que entre todos lo dejemos como un queso de gruyère, a ver si aprende.

STW