Gracias a floppy, me entero de que mucha tinta ha corrido sobre la noticia de los rifirafes entre SGAE y Zalamea-Fuenteovejuna.

Hay que puntualizar que, por desgracia, la ley está del lado de la SGAE, porque estos dos municipios no tuvieron cuidado o conocimiento legal y escogieron la representación de las obras “adaptadas” o “derivadas”, en vez de los originales, ya en dominio público, de Calderón y Lope de Vega. Ante todo, cuando comentamos asuntos legales (o de cualquier otra naturaleza técnica), hay que ser exacto, no como la señora Julia Navarro en su artículo “Piratas” publicado en “Mujer Hoy” de la semana pasada, que sin tener ni idea, arrambla y despotrica.

Pero volviendo al asunto SGAE Vs Zalamea-Fuente Ovejuna, al leer a Francisco Brines (“autor” de una de las “adaptaciones” en liza) en el Levante del sábado, se me ocurre que tanto él, como otros, deberían PAGAR a dichas localidades, porque sin ellas no existiría “su” obra. Y deberían pagar a otros autores, porque sin su “influencia” tampoco existiría “su” obra. Y deberían pagar a los lectores, porque como se ha repetido hasta la saciedad, sin público no hay obra. Y deberían pagar… y claro, uno intenta llegar al reductio ad absurdum, y lo que se da cuenta es que hasta en ese ridículo caso, la SGAE seguiría ahí para pasar y la mano, quedarse la “comisión de gestión” (otrora llamado “tercio”), y cualquier otra cantidad no auditada (o sea, la mayoría).

Fuera intermediarios parasíticos descontrolados.